En un libro de vulgarización de conocimientos titulado El médico en casa, y debido a la pluma de Ronald Lewis Murray y Obdulio Key, Se consagra un interesante artículo a la palabra «Nutrición», donde, entre otros conceptos, se lee:
“Generalmente es una verdad, que todos conocemos, que en algunos países se toma más alimento del que exigen las necesidades del cuerpo. Este hecho lo nota de una manera especial el americano que viaja por Europa y ve la diferencia que existe entre los sistemas de alimentación”
«En los climas y estaciones fríos se requiere más alimento que en otra parte en que se halle uno colocado bajo las mismas circunstancias. Así, los mecánicos requieren mayor cantidad de alimentos que el que está entregado a hábitos sedentarios. El cambio repentino de costumbres y de una vida activa a otra sedentaria suele venir seguido de algunos desarreglos en la digestión. Esto se observa con más frecuencia en aquellas personas que por la gravedad de sus males se ven obligadas a guardar cama. Cuando una persona come hasta la saciedad, generalmente se ve expuesta a una indigestión.»
Conociendo la miel y su importancia
«Sin embargo, aunque la tendencia general es la de comer demasiado, hay otros que observan la contraria, y son exagerados en su abstinencia. Este proceder es igualmente seguido por desarreglos digestivos, tan notables y obstinados como los que resultan de comer mucho.»
«Otra de las causas de la ingestión imperfecta es la de tomar alimento entre las comidas habituales. El comer con arreglo, tres veces al día, no entraña peligro alguno. No obstante, en muchas partes de Sudamérica y Europa se acostumbra a comer por lo menos cinco veces diarias. Lo más importante es que el alimento debe tomarse a determinadas horas del día y sin abusar de los extremos señalados.”
“Uno de los errores que se cometen también es el de comer de prisa, pues la masticación es una parte esencial del procedimiento de la nutrición. Cuando la masticación es incompleta no se puede asimilar el alimento, de lo cual resultan la indigestión y la dispepsia. Este hecho es tan evidente y queda tan ampliamente demostrado en todos los círculos sociales que parece su perfil o discutirlo.”
Remedios y recetas caseras de limón
“Mucho se ha hablado en publicaciones populares de medicina contra la costumbre de beber durante la comida. Estas obras aconsejan generalmente que en la mesa deba uno abstenerse del uso de líquidos, en la suposición de que impiden el procedimiento de la digestión, diluyendo el jugo gástrico.
“Parece ser un hecho, sin embargo, que la única objeción que se puede hacer contra el uso de líquidos en las comidas es la de que bajo estas circunstancias suele haber cierta tendencia a tragar el alimento sin masticarlo en debida forma. El resultado es que así se obliga al estómago a hacer el trabajo de la dentadura al mismo tiempo que el suyo, y en consecuencia se encuentra incapaz de ejecutar esta doble taren: de ahí resulte la dispepsia. Teniendo cuidado de masticar el alimento como se debe, ningún perjuicio puede resultar del uso de las bebidas comunes de mesa durante las comidas.”
«Respecto de las sustancias alimenticias más aptas para la conservación de la salud, no se pueden dar reglas precisas, aunque debe tenerse presente que el alimento animal y el vegetal son ambos no usables, absolutamente para el desarrollo del cuerpo. Es posible que un hombre viva con carne sola o con legumbres solas, pero por sí mismo, ninguno de estos dos alimentos permite el perfecto funcionamiento de las facultades físicas y mentales»
Como puede observarse, estos autores no están conformes con el vegetarianismo, de que son partidarios tantos médicos naturistas y sobre el cual harto se ha escrito y discutido. Hay una razón que conspira contra el buen éxito de la alimentación exclusivamente vegetal la que puede hallarse en la avena alto Hada. Un argumento que suelen esgrimir de continuo los partidarios de la carne es el de que nuestro sistema dentario está constituido para ella, para desgarrarla, es decir, los colmillos, y también para triturar los vegetales, es decir, los molares. La extensión de nuestro intestino no es tampoco adecuada a los vegetales solos.
Los naturistas vegetarianos aducen a veces motivos de humanidad, diciendo que es un crimen filosófico matar para comer. Con este criterio tampoco debiéramos utilizar para nuestro alimento las plantas, que son seres vivos, que respiran, que se nutren, que se multiplican, y hasta se emborrachan. Esto, que parece mentira es verdad rigurosa. Bose, el sabio hindú fallecido, emborrachó zanahorias. Las plantas tienen además instintos. Puesta una de ellas sobre una piedra realizará movimientos lentos en busca de tierra donde hundir sus raíces ávidas.
He aquí, pues, en función el instinto animal de conservación. Y un caso más curioso es el que ofrecen ciertas plantas carnívoras, que se alimentan, como es sabido de insectos. Se hizo algunos años atrás un experimento suspendiendo, cerca de una planta carnívora, un trozo de carne, y se comenzó a tomar un film. La planta carnívora principió a inclinarse insensiblemente, pero con seguridad, hacia el trozo de carne, hasta que lo atrapó. Esto revela un sentido de olfato muy propio de los seres del reino animal.
Matar una planta es entonces un crimen tan inconcebible como matar un animal. Los naturistas no se fijan mayormente en ello. Lo que debieran hacer, para predicar verdaderamente con el ejemplo, sería cimentarse con exclusividad de frutos. Para ello no deben quitar la vida a ningún ser organizado.
Otro argumento naturista es el de que la carne crea en el hombre su sentido agresivo. Sin carne no habría guerras, dicen, sería muy bonito. Afirman también, erróneamente, que los animales herbívoros son todos pacíficos, en tanto que los que se alimentan, de carne se caracterizan a su vez por sus instintos san quinarios. Repitamos: esto es erróneo: Sin ir más lejos, quedándonos en la esfera de los animales más allegados al hombre, tenemos al toro, herbívoro y terriblemente agresivo. La vaca misma, tan mansa, al parecer, cuando se pone furiosa se ensaña con su víctima hasta el punto de tratar de derribarla para pisotearla. Tanto es así que los hombres de campo temen más a una vaca enardecida que un toro en las mismas condiciones, ya que el toro arremete ciegamente contra el objeto, sin desviarse, y esta condición suya ha hecho posible la creación de la tauromaquia o ciencia de torear. Inversamente, el perro, animal carnívoro, es manso, salvo excepciones de raza o individuo.
Los problemas de la nutrición han preocupado siempre a muchos hombres. En páginas anteriores hemos consignado pensamientos de plumas célebres sobre este tópico. Veamos algunos otros:
«Una casa sana, en la que preside una mujer honrada, es la estancia de la felicidad», decía Smiles, célebre autor de El carácter. A esto nos hemos referido en el prólogo de este libro.
«La naturaleza tiende constantemente hacia lo mejor. Lo esencial es no contrariarla», dice Viaud. He aquí un gran pensamiento. La obediencia a las leyes naturales ha sido siempre preconizada por muchas filosofías.
«Los cuidados artificiales no restablecen sino por un tiempo, y conducen a enfermedades renovadas, cada vez más y más graves», escribe el doctor Paul Cartón. Aquí se indica la conveniencia de lo que predicamos en este libro; utilizar los grandes remedios naturales, evitar la quimificación.
«La medicina está lejos de haber disminuido tanto como se cree, los sufrimientos humanos», escribe Alexis Carrel, sabio francés muerto recientemente. Está bien, la medicina no ha disminuido los sufrimientos tanto, pero sí bastante. Y los disminuirá más
«Nuestros alimentos están limitados a nuestra inteligencia influenciada por nuestros alimentos», escribe Árjuna. Esta es la teoría de los trofólcgos: «Comes como piensas, y piensas como comes».
«No es exagerado decir que la medicina está en las tinieblas y en el desorden, dice el doctor Allendy. Sí, es exagerado, muy exagerado.
«El que come mucho no es el que mejor se nutre”, dice Buch. Una verdad.
«En cincuenta años, el mal de Bright (nefritis) aumentó en un 527 por ciento. La diabetes en un 305 por ciento. Y la locura, el idiotismo y la epilepsia en un 300 por ciento, afirma el doctor Quelliog. Esto prueba que la vida moderna mina lentamente los organismos, al dejar de la naturaleza si hombre civilizado.
Por su parte, el doctor Lestong escribió en Próvida:
«¿Qué, acaso los alimentos, tanto plásticos como energéticos, catalíticos y vitamínicos, una vez sometidos al cambio y recambio del proceso digestivo, no van también a cristalizar en pensamiento y acción? Pero no: el hombre se empeña en seguir violando su destino o clasificación natural alimenticia. Esto en el plano de su economía privada como en el plano social de la producción y el consumo, dependientes de sistemas creados en la antinatural y de una industria culinaria que fomenta la enfermedad, el tabaquismo, el alcoholismo, la prostitución, etc., etc., con toda clase de excitantes
Después:
“El resultado de tanto extravió no es sólo la enfermedad, sino la guerra. La guerra que empieza primero por la intoxicación de un órgano y otro, de una célula y otra, hasta la irritación del tejido, y la guerra por dentro del organismo, desde el estómago al hígado, desde el hígado hasta la sangre, de ésta a los riñones y al corazón, para seguir la contiende de síntomas hasta el cerebro y los nervios, y no pensar sino con la modalidad patógeno nervio biliosa que llevamos encima».
Más adelante:
«Es maravilloso comprobar cómo despierta y se aviva la energía vital restauradora, al influjo de toda ayuda de los elementos naturales tróficos. Es, en suma, estupendo ver cómo trabajan y se esfuerzan esas defensas, a medida que nosotros reforzamos la ayuda con un régimen carnívoro, compatible, compuesto de alimento® vitaminados, catalíticos, remineralizado res, oxidantes y desintoxicantes. Esto no es curar y menos recetar: es algo más es regenerar celular y orgánicamente de dentro hacia fuera, desde el protoplasma, para poderse dar luego a los otros, respetando en uno mismo las leyes del bien vivir”.
Por último:
«Espiritualicemos la materia, lejos del hedor de la carne que morbosa, embota y adormece los sentidos. El carnivorismo lleva aniquiladas más vidas y civilizaciones que las guerras. ¡Cuánta raza vencida al adoptar ese alimento tóquico cadavérico! El carnivorismo y esta eran puramente carnívora, corrompe, envicia y acorta la vida. Torna triste y huraño al hombre. Hace de él un rencoroso y un pendenciero. Nada más antisocial y antieconómico que el carnivorismo».
Como se ve, algunos pensamientos de los naturistas, algunas de sus reflexiones son sensatas y atendibles, y otras exageradas, e inadmisibles. Los naturistas se caracterizan por la intransigencia. No hay que ser intransigente. Hay que armonizar la alimentación carnívora con la herbívora.
Conocemos personas que por vivir estrictamente las recomendaciones de los naturistas, en el sentido de abandonar la carne en forma termíname, se han perjudicado en su salud, se han arruinado muchas veces para toda la vida. Y esto ha ocurrido no porque los vegetales dañen el organismo, que muy lejos estamos de afirmar semejante cosa, sino porque son insuficientes para nutrirlo de proteínas, según dejamos sentado en páginas anteriores. Huyase de los extremos.
En filosofía, en ciencia, en experiencia, en todas las actividades humanas los extremos son peligrosos. Óbrese con cordura, no dejándose influir por la propaganda que los fanáticos de un ideal realizan en pro de éste. Sopésense las razones, respétese el organismo. No es la cosa jugar con la salud. Lo hemos dicho ya, lo seguiremos diciendo siempre, porque estamos convencidos de que el mal que aqueja a los contemporáneos es la irresponsabilidad con que se tratan los problemas de la salud.
Hay una verdadera multitud, en cada país, que ejerce el curanderismo, desde el «consultorio” o desde la conferencia, y hasta el libro. Cuando los pueblos confíen menos en los charlatanes y más en los progresos científicos, disminuirá su mortalidad, disminuirán las enfermedades temibles. Mientras los charlatanes execran a la ciencia, por el simple hecho de que es «oficial’’ y de que camina más despacio que la hipótesis y las teorías, ya que la ciencia es, eminentemente, tesis, no teoría: mientras los charlatanes la execran, repetimos, la ciencia adelanta, paso a paso, pero seguramente. Y la química bien aplicada la química noble, no la otra química, la que permite adulterar los alimentos; la química noble hace descubrimientos maravillosos, con las sulfonamidas y la penicilina.