El tomate también tiene sus efectos en aspectos de medicina, de hecho toda sustancia de gran poder alimenticio es, si se quiere, medicinal ya que nutriendo al organismo, lo pone en condiciones de resistir victoriosamente a las enfermedades. Sabido es que cuando las reservas del cuerpo humano están agotadas, cuando la debilidad constitucional invade todos los órganos es el momento en que más propenso se está a caer herido por un mal cualquiera. Por eso el tomate es medicina como todos los productos ricos en vitaminas.
Hay autores que le reconocen al tomate una acción benéfica sobre el cerebro, recomendándolo especialmente a aquellas personas que tienen mucho desgaste intelectual.
Otros, además, afirman que el tomate, aplicado en forma de ungüento o pasta, desinflama en las hemorroides.
Conservas de Tomates
Desde luego, estilase numerosas formas de preparar la conserva casera de tomate, a la que nos referíamos líneas arriba. Pero la más usual es la que sigue:
Primera operación: Elegir unidades llenas en carnes, voluminosas, maduras, pero no hasta el punto de hallarse acuosas.
Segunda operación: se pone a hervir agua. Cuando está en plena ebullición se arrojan dentro de ella los tomates, donde permanecerán no más de sesenta segundos.
Tercera operación: Otra vez fuera los tomates, son arrojados en un recipiente de agua fría, para que enfríen.
Cuarta operación: Sacase del agua fría y pélense. Quitándoseles además las semillas. Todo esto sin manosearlos tanto que queden maltrechos.
Quinta operación: Embotellarlos. Echarle encima su propio jugo y algo de agua.
Sexta operación: Arrojar, dentro de cada botella de litro, una cucharada de sal, del tamaño de las de café.
Hay quienes agregan otros condimentos a esta conserva. No son necesarios, pero tampoco perjudicarán mucho, de modo que lo mismo da. Nos concretamos a dar la fórmula de una conserva de tomate sencilla y nutritiva, sin mayores manipuleos ni mescolanzas que sólo pueden servir para el engaño del paladar, cosa ésta que conceptuamos siempre menos importante que el aspecto alimenticio y medicinal de las recetas.
Jugo de Tomates
El hecho de que en los Estados Unidos se haya popularizado tanto en los últimos años el jugo de tomate como bebida refrescante ha traído la consecuencia de que los frigoríficos norteamericanos radicados en la Argentina nos presentaran envasado en hojalata este jugo. Razones hay, y muchas, para desconfiar de las elaboraciones de los frigoríficos, que someten a los alimentos a continuadas cocciones, quitándoles todo el valor nutritivo.
Muy bellas son, por cierto, las etiquetas con que los departamentos de propaganda de esas grandes empresas presentan sus envases. Pero para el que quiera tener la seguridad de que consume sustancias que han de redundar en beneficio de su salud mucho más Halagüeña, si bien más costosa, es la perspectiva de poder preparar en casa lo que la industria ofrece.
El jugo de tomates como bebida puede hacerse, con un poco de cuidado, y posee un gran valor refrescante, con especialidad en los tropicales meses del verano.
Son estos, quizá, meses más peligrosos que los del invierno para la salud. Las altas temperaturas ambientes propician la descomposición de los comestibles, y la intensa transpiración abundante al primer esfuerzo físico, deshidratando el organismo le hace solicitar con más fuerza agua y bebidas de refresco.
El jugo de tomate, bien conservado en la heladera, es mucho mejor que el agua sola, que dilata el estómago, y es mucho mejor también que la cerveza, que perturba asimismo la digestión, y es, por último, mucho mejor que los helados de la industria elaborados con sustitutos, casi nunca con frutas, y peligrosos por las intoxicaciones con que suelen obsequiar bonitamente a familias enteras.
Por otra parte, las cosas muy frías es sabido que perjudican al aparato digestivo, a partir de la garganta misma. Las aguas gaseosas son objeto de duda, en cuanto a los efectos que producen en el estómago. En consecuencia, evítense, en los días tórridos, los helados, el agua sola, el agua gaseosa. Prefiérase agua con limón, y jugo de tomate.
Veamos, entonces, cómo se prepara este jugo.
Primera operación: Los tomates destinados a este efecto deben ser sanos, maduros, si bien no excesivamente, y de matiz violento, nunca pálidos. Écheseles en un recipiente con esmalte, y mejor aún, de aluminio.
Segunda operación: En dicho recipiente viértase un dedo de agua. Tapado el recipiente, expóngase al fuego, hasta que hierva el agua.
Tercera operación: Ablandados ya los tomates, con este procedimiento, fíltrese mediante un tamiz delgado. Si este tamiz no es de cobre, que sea de género, nunca de oído metal, lo que acarrearía grave peligro de envenenamiento. En el filtrado debe esforzarse con los dedos o con una mano de mortero el paso de la carne del tomate, de modo que sólo se tirarán los pellejos.
Cuarta operación: Salarlos a gusto del que consume, pero no en exceso. La sal es un elemento del que abusamos, generalmente, en nuestra cocina casera. Conviene, en consecuencia, escatimarla. Más adelante nos referiremos a esta cuestión.
Hay otros sistemas para preparar el jugo de tomates algunos de los cuales exigen la utilización de una despulpadora, pero son siempre menos prácticos que el que queda apuntado, el cual tiene la ventaja de ser eminentemente casero.
Ensalada de Tomates
Tómense tres tomates en buen estado de conservación. Seleccionarlos horizontalmente, pero no por la mitad justa sino un poco más arriba. Hundir en la pulpa el cuchillo, tres o cuatro veces, para hacer espacio. Rallar separadamente zanahoria cruda (la zanahoria cruda es infinitamente superior en valores nutritivos: uno de los errores fundamentales de las amas de casa es desdeñar esta forma, prefiriéndola cocida, que es cuando alimenta menos), en cantidad de dos o tres unidades.
Desparramar sobre la pulpa de los tomates la zanahoria, y con una yema de huevo y 3 cucharadas soperas de aceite preparar por separado una mayonesa, que se verterá luego sobre la primera mezcla. Se trata de una ensalada con tomates muy apropiada desde el punto de vista de la nutrición.
Caldo de Tomates
He aquí un plato que suele aderezarse de diversas suertes, y del cual daremos las formas más sencillas:
Primera forma: Con 15 gramos de nata endulzada y 50 gramos de salsa de tomate, queda hecho el caldo, al que, para condimentarlo suficientemente, puede agregarse pimienta, sal, etc.
Segunda forma: Con extracto de tomate, nata dulce, agua caliente y leche malteada se puede preparar también este caldo, sin ninguna complicación culinaria.
Tercera forma: Con 30 gramos de extracto de tomate y 15 gramos de grasa de vaca en una taza a la que se agregará leche caliente más pimienta y sal; queda asimismo confeccionado el caldo de tomates.
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