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Un tirano el tabaco

Un tirano el tabaco

Los hombres de ciencia modernos se han venido preocupando por difundir los males del tabaco entre las modernas generaciones de fumadores. En efecto, transmisiones radiales, afiches, avisos, colaboración periodística, de todo hay, en cualquier país civilizado, para tratar de que el que es fumador deje de serlo.
Muchos son los millones de pesos que se gastan con ese objeto. Pero muchos más, muchísimos más los millones de pesos que los industriales del tabaco invierten en fabulosas campañas publicitarias, tratando de colocar cada cual su marca particular de veneno. Y el público, contaminado como está por el tabaco, que es, como decimos en nuestro epígrafe, un tirano, se siente animado por esas propagandas enormes a entregarse a su vicio pese a todo lo que prediquen y basten y hablen y escriban y griten los anti tabaquistas.

El vicio del tabaco

El vicio del tabaco es como el vicio de la morfina, de la cocaína, del opio, aunque, lógicamente, de efectos menos poderosos. Cuando apresa no suelta más. Calcúlese lo arraigado que esté, que en algunos ejércitos en derrota o derrotistas, simplemente, se han hallado soldados que daban todo cuanto poseían, incluso sus armas, por un paquete de cigarrillos.
En la revista Próvida, a la que hemos citado varias veces en el curso de este volumen, bajo el seudónimo de «Tía Nicotina» hallamos estos parrafitos originalísimos:

“No soy un matemático, dijo un cigarrillo, pero si puedo sumar algo a los males nerviosos del hombre, puedo restar algo de su energía física, puedo multiplicar sus dolencias y achaques y puedo dividir sus fuerzas mentales; puedo tomar el rédito de su trabajo y descontar un gran porcentaje de las probabilidades de su buen éxito”

Un tirano el tabaco

Adopta prácticas de alimentación sanas 

Un autor que ha puesto su pluma maravillosa en la lucha contra el tabaquismo, y de quien hemos mencionado asimismo párrafos relativos a la papa, la col y la coliflor, etc., nos referimos a Juan Montalvo, el gran ecuatoriano olvidado, dice:

“Ni el tabaco, con ser quien es, ha sufrido guerra más cruda que la papa: pontífices le excomulgaron a ese negro infame, reyes le condenaron a la mutilación de orejas y nariz; y con todo, triunfó el brujo, y hoy es envenenador universal condecorado por los príncipes de la tierra. El emperador Napoleón II fumaba elegantemente su cigarrillo; el zar de Rusia se deleita con su puro Vulta Abajo: el Gran Señor de la Puerta Otomana, sentado en medio de una sala redonda, cruzadas las piernas sobre alcatifa de Damasco, está chupando su pipa de boquilla de ámbar, cuyo recipiente de porcelana reposa una vara distante de él asida a luengo conductor de exquisita materia».

Un tirano el tabaco

Malas prácticas alimenticias 

Párrafos andando:

«Tabaco, no por mis labios. Dientes limpios, aliento casi oloroso, dedos en pulcritud incorrupta, son descuento de muchas ventajas y prendas personales que pueden faltarles a los que huyen de esa corrupción del cuerpo y la inteligencia».

Así trata Juan Montalvo a este producto americano, como la papa, que los conquistadores deben a los primitivos habitantes de nuestro suelo, los cuales parecen haberse vengado de tal modo de ellos por los malos ratos que les hicieron pasar cuando turbaron su plácida existencia salvaje para traer la »civilización” de Occidente.
Si parece que viniese del Nuevo Mundo el tabaco, comentaba el célebre Montaigne, autor de los no menos célebres Ensayos, con el objeto de matar el Mundo Antiguo.
Se sabe que los indios de la América del Norte usaban el tabaco para lo que verdaderamente sirve: para envenenar. Mojaban con su agua las puntas de sus lanzas y flechas. He aquí que nos están dando una lección a nosotros, que todo lo sabemos.
Nadie olvidará el pasaje de la historia del Descubrimiento de América en que los aturdidos y perplejos hispanos se quedaron frió admirando a los pacíficos naturales rodeados de unánime de sumo que les salía de la boca. «Seres que parecían chimeneas”: según se dijo alguna vez.

Un tirano el tabaco

Evita caer en las doctrinas erradas de la alimentación

 

La historia de los nombres es curiosa. Hemos visto qué arbitrario era el nombre del producto británico compuesto de una sulfonamida: nombre que se deriva de las iniciales de la casa comercial a que pertenecía. Hemos visto además de dónde toma su denominación la penicilina.
Veremos ahora que la designación tabaco proviene del cañuto con que los americanos primitivos sorbían el humo maligno, que tan hondo arraigó en el gusto de la humanidad presente. En cuanto a la «tía Nicotina», su nombre deriva de Nicot, embajador portugués en Francia, que, no bien se comenzó a conocer el tabaco, principió de su parte a hacerle una propaganda extraordinaria.
Casanova cuenta, en sus Aventuras Galantes, que cuando entró en España, un empleado le pidió, ladinamente, su caja de rapé. El célebre aventurero se la alcanza, porque piensa que el pedido obedece al deseo de tomar un polvo, y es entonces cuando el empleado vuelva el contenido en el suelo, devolviéndole la caja y diciéndole que el tabaco es maldito en España.

«He aquí una costumbre irritante para los ojos, desagradable para la nariz, peligrosa para el cerebro, desastrosa para el pulmón, que por su humo negro y fétido se parece al horrible styx, lodoso y sin fondo.»

Palabras del primer Jacobo, en su celebérrimo Misocapnos.

«En la corte de Catalina de Médicis se conocía mucho el tabaco, y en otras partes se le trataba como a vicio repugnante. Incluso en cierta región de Alemania (ducado de Nuremberg) se castigaba con la pena máxima al que aspirase un polvo de rapé.»

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La relación inigualable entre la alimentación y la vejez 

El tabaco es un gran enemigo de la salud. Y los médicos recomiendan muchas maneras de abandonar tal vicio. Una de las formas más habituales son los buches de nitrato de plata, en dosis reducidísimas. Parece que estos buches tienen la propiedad de dejar la boca en condiciones tales, que cuando se pone un cigarrillo entre los labios y se aspira el humo, éste cobra un gusto repugnante, que obliga a abandonarlo.

Pero como el que es fumador no haré buches, estamos en la misma. También son conocidos los cigarros artificiales, meros paliativos que, hechos para engañar al gusto del fumador, a nadie engañan.
El sistema más efectivo que se ha descubierto hasta ahora es, dejar de fumar.