Uno de los mayores enemigos de la buena salud de los pueblos es la inescrupulosidad de ciertos comerciantes e industriales, que sin pensar en lo que hacen, adulteran los alimentos de consumo general. Perseguidos por las leyes, hay veces que logran, ladinamente, burlarlas. En tales casos, si el consumidor tiene interés en cerciorarse de ello, el camino mejor es el análisis de laboratorio.
Pero el análisis de laboratorio no está al alcance de los bolsillos del pueblo. Hay también otros métodos caseros aunque casi todos requieren manipulaciones y elementos especiales, que tampoco pueden ser fácilmente logrables. Ante tan graves dificultades surge la conveniencia de nuestro consejo, ya expresado en más de una ocasión: huir, en cuanto sea posible, de los alimentos que han pasado por mano de la industria, Recurrir, contrariamente, a los alimentos naturales, a los frutos, a las verduras, a la carne asada, no a las conservas no a los frutos en almíbar o desecados. Esto es lo mejor que pueda hacerse en beneficio de la propia seguridad.
Consumir alimentos antes de dormir
Una de las cosas sobre las que más discuten los que se preocupan de los problemas de la salud y que no son médicos, es la de lo que conviene hacer luego de comer. Dicen unos que es preciso tenderse boca arriba, sobre la cama, y permanecer en silencio, cerrados los ojos, durante un cuarto de hora, por lo menos, relajados todos los músculos. Otros afirman que un paseo corto es mejor para la digestión que el estatismo, la quietud y el descanso.
A nuestro juicio, la verdad es ésta: que las personas que padecen trastornos de la digestión, que no segregan el suficiente jugo gástrico deben tenderse un cuarto de hora y prescindir durante ese lapso de toda actividad, a fin de que su organismo pueda dedicarse exclusivamente a la función digestiva.
En cambio, aquellos que tienen dificultades en la emisión de la orina deben preferir pasear unos minutos, sin exagerar nunca, lo que facilita la expulsión de líquidos por los riñones. Si se pasea mucho el efecto será, casi seguro, contrario. Los líquidos se retendrán.
Pero la verdadera línea de conducta es observarse, es probar ambos métodos, uno cada día, sin perder de vista los efectos que cada uno de ellos produce. Cada organismo humano difiere sensiblemente del resto, como cada reloj es distinto a los demás, aunque parezcan a primera vista idénticos, muchos de ellos. El médico es, en muchos casos y para estas cosas pequeñas, entiéndase bien, no para las enfermedades uno mismo.
Sucede con esto lo que con el sueño, por ejemplo, Jagot aconseja como la mejor posición para dormir, la supina es decir, tendido de espaldas, con los músculos en relajación completa. Hay, empero, personas que no pueden dormir de esta manera, que necesitan echarse a un costado. Otras sienten la necesidad, de acostarse, de ponerse en una posición especial, y cuando están por dormir, cansados ya de aquella postura, la cambian adoptando otra, definitiva, con la cual duermen seguramente. Son peculiaridades de cada naturaleza, que nadie mejor que el paciente mismo está en condiciones de observar con eficiencia.
Consumo alimenticio exagerado
La desnutrición, he aquí un terrible mal que las guerras modernas han acarreado a muchos pueblos de la incendiada Europa, y del que resultan infinitos otros. Aun en época de paz, en muchos países existen zonas insuficientemente alimentadas, que a través de las generaciones van empobreciéndose fisiológicamente. Esto se debe a la miseria que en algunas partes del mundo subsiste, a pesar de que los gobiernos modernos suelen acudir más que los antiguos, en favor de los núcleos necesitados.
Cuando no se come lo bastante se está expuesto a toda clase de enfermedades. Es como si se tuviera la puerta del organismo abierta a la visita del primer mal. Los microbios, esos diminutos enemigos de la vida orgánica, que andan en todo, porque para ellos no existen barreras ni prohibiciones: los microbios, decimos, puede afirmarse que están a la pesca de un cuerpo mal nutrido, con sus defensas debilitadas, para hincar en él provechosamente el diente.
No alimentarse lo preciso por carecer de medios, he ahí un mal social que en Vos tiempos futuros irá desapareciendo, y ante el cual no cabe sino lamentarse. Pero lo ridículo, lo verdaderamente ridículo es no tomar la cantidad suficiente de comestible por: ¡conservar la línea!
Es éste un mal moderno, relativamente. Las mujeres han creído descubrir que el secreto de la belleza consiste en una “silueta» delgada estilizada: por eso se privan de comer lo necesario, a fin de no engordar y perder la línea.
No saben a lo que se están exponiendo por seguir este prejuicio ridículo, el que ha contribuido a traerlo el cinematógrafo, que ha menester de siluetas delgadas para que las mismas tengan movimientos sueltos y armónicos. Esta es para el film una cuestión técnica. ¿Y no resulta irrisorio que una necesidad técnica se transforme en una guía estética?
Resultados: anemia, disminución del apetito, consecuencia de privarse de los alimentos, y, muchas veces… tuberculosis. ¿No saben algunas mujeres lo que es la tuberculosis? Es uno de los males más terribles que la caja de Pandora ha desparramado sobre el mundo.
Si tuvieran una idea aproximada de los sufrimientos que comporta, de los años de convalecencia que requiere, de lo dificultoso que es un completo restablecimiento, le cobrarían miedo y se alimentarían, abandonando la ridícula preocupación de la línea, de la silueta, del parecido con la actriz X o la cancionista B.