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Curiosidades de la sal, malta y los aperitivos

Curiosidades de la sal, malta y los aperitivos

He aquí un artículo que no podíamos hacer faltar en un capítulo consagrado a la alimentación. La sal se ha hecho un elemento imprescindible en la cocina casera. Si de pronto faltase, nuestras amas de casa quedarían perplejas, vacilantes, sin saber qué partido tomar. Sin embargo, algunos investigadores aseguran que estamos exagerando peligrosamente el consumo de sal en nuestra comida.

Ya se sabe que en los casos de nefritis, por ejemplo, el enfermo debe abstenerse totalmente de ella. Y se pretende, asimismo, que la sal es causa del estreñimiento, muchas veces, y del «nerviosismo», es decir el estado de sobre excitación nerviosa en que suelen hallarse muchas personas’.

Aseguran los especialistas que el cuerpo humano requiere, para su consumo, sólo 13 de gramo cotidiano de sal. Fácil se echará de ver que a diario superamos esa dosis, exhaustivamente. Se ha comprobado que casi todos los individuos ingieren más de 15 gramos de ese mineral cada veinticuatro horas.

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Una alimentación para los nervios

Y no ya únicamente el estreñimiento y el nerviosismo es lo que se achaca a la sal. También se le declara culpable del reumatismo, de la gota, de las eccemas cutáneas.

Por último, para la época de los grandes calores, para cuando el verano lanza el fuego de su sol poderoso sobre los aplastados organismos, se suele recomendar que nos abstengamos totalmente de la sal, porque dícese que a ella debemos gran parte de nuestra sed.

¡Cuidado con la sal!

 

Hablemos de la malta

La malta, producto de la germinación de la cebada, es un alimento de aquellos que no debieran faltar jamás en toda casa. La vitamina B está contenida en la malta en proporciones extraordinarias, y ya sabemos la importancia de dicha vitamina para la salud del organismo humano. El beciberi, afección de los nervios, halla una barrera natural que le impide exteriorizarse, la vitamina B.

La proliferación y la lactancia piden, para su normalidad funcional, esa vitamina privilegiada. Aperitiva, apropiada para la crítica edad del crecimiento y para las intoxicaciones del aparato digestivo, la vitamina Q es imprescindible, y la malta la contiene, de donde se deduce el valor de esta última.

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Adopta prácticas de alimentación sanas

No concluyamos esta breve referencia sobra la malta sin destacar que las personas golosas, las que gustan de bombones, caramelos y confituras, en general, y que por el mismo motivo pierden sus reservas de vitamina B, deben acudir a la malta para subsanar el mal que les produce su vicio de dulces.

 

Los llamados aperitivos

Un hábito moderno, en las grandes urbes, es el de hallar cualquier motivo para reunirse, cerca de la hora del almuerzo, e ir a tomar un ‘‘aperitivo’’, con el objeto dicen, de despertar el apetito. Ahora bien, el aperitivo que toman los que de tal mañero proceden es siempre alcohólico. Y lo toman cuando su estómago, a causa de la distancia del desayuno, está vacío. Así cae el alcohol sobre el órgano inerme, solo, sin atenuantes. Y así produce en el decir de muchos médicos la dilatación del órgano y otros males.

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Malas prácticas alimenticias

Con los aperitivos alcohólicos no se logra lo que se busca: despertar el apetito. Se logra sólo despertar la enfermedad, si se nos permite la expresión. Se somete al estómago a una dura prueba, de la cual no se sabe cómo ha de salir. Y no es raro que quienes perseveran en el mal hábito del aperitivo alcohólico concluyan sufriendo males gastrointestinales.

¿Pues qué? —se nos objetará—. ¿Cómo proceder entonces cuando no se tienen ganas de comer y se está al filo de la hora de la comida?

En primer término, investíguense las causas de esa inapetencia: nerviosas, bien pueda ser. Y también por gula, por comer demasiado.

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Evita caer en las doctrinas erradas de la alimentación

En segundo lugar, que no se trata de prescindir de los ape­ritivos. No está en nuestro ánimo recomendar tal cosa. Se trata, sí, de acudir a aperitivos reales, sanos, naturales. Se trata de dejar de lado, definitivamente, el alcohol, y tomar antes de cada comida el jugo de un limón, con una pizca de azúcar, y, si no se soporta puro, promiscuado de agua. He aquí el mejor aperitivo. El que cura y alimenta. No el que enferma y debilita. Y es el limón repugna, si no se prefiere por su fuerte sabor, úsese el jugo de una naranja, en la misma forma.

Así, sólo así, se estimulará el apetito sin atentar contra la propia salud.