Cada día es mayor el número de personas que buscan una alimentación macrobiótica o racional. Renuncian en gran medida, incluso por completo, a la antaño imprescindible carne.
Los embutidos grasos, el jamón y también las patatas fritas son rechazados o incluso prohibidos, en favor de las frutas, las ensaladas y las verduras provenientes de cultivos biológicos. También los cereales tienen cada vez más importancia, en especial entre los vegetarianos.
La dieta para adelgazar
Dentro de este marco hay igualmente dietas. Se las llama también ideológicas o filosóficas porque no sólo pretenden reducir el peso, sino que desean transmitir al mismo tiempo una nueva sensación de vida: atención a los alimentos en apariencia modestos pero realmente muy ricos.
A muchos de los seguidores de estas dietas también les importa en no poca medida respetar a los animales, que igualmente tienen derecho a la vida…, por no hablar de la cría masificada. Estas dietas de adelgazamiento están actualmente de moda.
Comer vegetariano se considera chic en numerosos lugares. Los expertos en dietética se alegran del cambio de los antiguos consumidores de carne o de langosta, aunque muchas veces el motivo pueda ser no quedarse fuera de las tendencias predominantes.
Dietas macrobióticas ejemplos
Un régimen de gran éxito en España es la dieta macrobiótica. Un modo de alimentación vegetariana que se basa en los principios del budismo Zen.
El fundador de la macrobiótica es el filósofo japonés Oshawa, que murió en 1966. Enseñaba que el hombre debía alimentarse de productos vegetales para conseguir así un máximo de salud. Por consiguiente, los alimentos más importantes son los cereales y las verduras; sin embargo, ni la carne ni el pescado están prohibidos.
Oshawa dividía los hábitos alimentarios en diez niveles, de – 3 a 7. En el inferior, el – 3, se puede tomar un veinte por ciento de proteínas, preferentemente en forma de pescado. El camino hacia un cuerpo y un alma sanos conduce, mediante una paulatina disminución de las proteínas, nivel a nivel hacia arriba.
Poco a poco se va prescindiendo también de las verduras y de la fruta hasta que al final, en el nivel más alto de todos, el 7, se comen única y exclusivamente cereales. Si se permanece en este nivel están garantizadas la salud, la paz interior y la firmeza ética.
La filosofía de la alimentación macrobiótica incluye la división de los alimentos en yin y yang, es decir, en los contrapuntos de lo pasivo y lo activo, lo femenino y lo masculino o el verano y el invierno.
La mejor proporción yin-yang se obtiene con 5:1 de arroz pardo o cereales del tipo de la avena, el mijo, el centeno, el trigo, etc. Oshawa recomendaba tomar mucha sal y a ser posible beber poco. Naturalmente, esta recomendación es objeto de severas críticas por parte de la medicina nutricional puesto que provoca enfermedades renales.
Hay también otras ideas de esta filosofía japonesa que provocan numerosos comentarios o sonrisas indulgentes, como la afirmación de que el cuerpo está en condiciones de producir él mismo vitamina C o de transformar el sodio en oxígeno.
La dieta macrobiótica deja de lado muchas de las cosas absurdas de la teoría macrobiótica original y se convierte así en principio en un modo de alimentación globalmente racional. Para un aporte suficiente de proteínas hay que comer pescado una o dos veces por semana, o en su defecto alimentos integrales, verduras, legumbres, productos de soja y fruta.
Por el contrario, están prohibidos la carne, las aves, los huevos, la leche y productos lácteos tales como por ejemplo el queso. Los alimentos de origen vegetal deben proceder de cultivos biológicos. Los fertilizantes artificiales y cualquier tipo de plaguicida son objeto de un rechazo enérgico.
Cómo actúa la dieta macrobiótica
Con su reducida proporción de grasas y elevado porcentaje de hidratos de carbono, la dieta macrobiótica, desarrollada originalmente para prevenir el cáncer, es muy adecuada como dieta de adelgazamiento. El aporte de vitaminas y de minerales está garantizado, la abundante cantidad de fibra absorbe probablemente con el agua y los jugos digestivos también sustancias cancerígenas en el tracto gastrointestinal, que son eliminadas en el rápido paso a través del intestino, debido asimismo a la presencia de esa fibra.
Con una ingestión de 1.000 calorías diarias, o sea, con un déficit de 1.000 a 1.200 calorías, a lo largo de dos semanas se consigue una pérdida de peso comprendida entre dos y seis kilos, según el sobrepeso.
Se movilizan para ello en medida creciente las grasas de los depósitos corporales, que en un hombre de peso normal son aproximadamente diez kilos y en una mujer doce. Las personas con sobrepeso tienen reservas proporcionalmente mayores.
Aunque la grasa no es el proveedor de energía más rápido, sí es posiblemente el más importante. Gran parte de nuestra energía procede de ella, produciendo cada gramo nueve calorías. En la dieta macrobiótica se movilizan sobre todo los lípidos y en grado elevado. Para compensar el déficit energético de 1.200 calorías hay que liberar alrededor de 140 g diarios.
¿Qué se puede comer?
- Calorías: 1.200-1.200 diarias.
- Proporción de nutrientes: 80% hidratos de carbono, 15 % proteínas, 5% grasas.
- Desayuno: Café o té con poco azúcar. Muesli integral.
- Comida: Tofu con arroz; albóndigas verdes con verduras; filete de pesca do rehogado, con patatas.
- Cena: Papilla de mijo con fruta, filete de trucha con plato de ensalada, cangrejos con galleta de pan.
- Bebidas: Zumo de fruta, jugo de verduras, té. Nada de leche.
Componentes de las dietas macrobióticas
En las dietas macrobióticas hay que consumir hasta el cincuenta o sesenta por ciento de cereales biológicamente activos tales como avena, centeno, mijo, trigo sarraceno, trigo o maíz.
Las verduras frescas deben suponer del veinticinco al treinta por ciento de los aportes alimentarios, el diez por ciento tienen que ser legumbres tales como guisantes o judías y el resto soja o sus productos, por ejemplo, Tofu.
Dos veces a la semana hay pescado blanco, por ejemplo, merluza, bacalao o trucha.
Ventajas de las dietas macrobióticas
La dieta tiene una composición tal que a medio plazo proporciona al organismo minerales y vitaminas y, en cierta medida, proteínas. Dado que con la reducción calórica actúa disolviendo las reservas grasas, la dieta es adecuada para la reducción de peso.
Desventajas de la dieta
Ya que las proteínas disponibles son principalmente de origen vegetal, se pueden producir estados carenciales si no se consume una gran variedad de frutas y verduras; con esto puede compensarse la ausencia de determinados aminoácidos, puesto que el metabolismo necesita todos los días las proteínas de composición lo más valiosa posible, es decir, con todos los aminoácidos esenciales.
Si se va a seguir la dieta macrobiótica durante más de dos semanas pueden producirse síntomas de falta de proteínas tales como debilidad muscular, perturbaciones metabólicas y trastornos nerviosos. Otra desventaja radica en que la oferta de alimentos puede resultar monótona. Con un déficit de 1.000 calorías diarias es también grande el riesgo de interrumpir espontáneamente la dieta. El hecho de que sea obligatorio el consumo de productos obtenidos en cultivos biológicos es muy razonable, pero dificulta las compras.
Si se va a seguir durante mucho tiempo la dieta macrobiótica, que lo mismo que la doctrina macrobiótica original del filósofo Oshawa se considera como un modo de alimentación permanente, no está garantizado el suministro de toda una serie de nutrientes vitales. Esto se refiere a proteínas, vitamina B12, que sólo aparece en alimentos de origen animal, así como los minerales calcio, magnesio, hierro y cinc, cuya absorción queda impedida por el elevado contenido en fitina de la dieta.
A esto se añade el hecho de que la macrobiótica rechaza los preparados vitamínicos, pero que con una proporción de hidratos de carbono de hasta el ochenta por ciento no garantiza el aporte de las vitaminas B.
En caso de que la proporción de hidratos de carbono sea más elevada, se pueden producir carencia de vitaminas B y trastornos intestinales.
Dado que las proteínas, las vitaminas y los minerales colaboran de infinitas maneras distintas, se produce carencia de toda una serie de nutrientes y a largo plazo la interrupción de determinadas funciones bioquímicas de las células.
Esto es un riesgo, especialmente para las personas que no están totalmente sanas o que se encuentran sometidas de manera permanente a un estrés elevado. Antes de iniciar la dieta macrobiótica, estas personas deberían consultar al médico. Éste controlará el balance de nitrógeno, que indica las necesidades proteínicas del organismo.