![Palabras de un psicólogo célebre sobre la alimentación](https://www.comoperderpeso.es/wp-content/uploads/2016/09/strawberries-815057_640.jpg)
Todos hemos oído hablar del gran psicólogo y fisiólogo tábano profesor Pablo Maníegazza autor de innumerables libros de divulgación científica, y que un tiempo residió en nuestro país. Pues bien, a su curiosidad no escapó el tema que en este capítulo tratamos, la alimentación. En su Fisiología del placer puede leerse:
«La parte más embrutecida de la humanidad se distingue en muy poco de las bestias y come en forma irregular, sin tiempo ni medida, pero el hombre civilizado esparce en distintas horas sus comidas, reglamentándolas más de acuerdo con las necesidades de su inteligencia que de su estómago. Según las naciones, la condición social y los hábiles es variar la distribución de las comidas, más el aspecto más complejo de los placeres gastronómicos de la jornada se encuentra en la distribución del desayuno, comida, merienda y cena. Para cada una de estas comidas hay distintas leyes que las reglamentan, y cada una de ellas posee una fisonomía moral peculiar, y sino un ligero bosquejo.
«El desayuno es la primera comida, a la que llevamos toda la virginidad de un apetito que reposa desde bastante tiempo.”
Los abusos gastronómicos y los caprichos de un estómago débil durante mucho tiempo privan a numerosas personas del placer de desayunarse con apetito. Pero los niños, los jóvenes y también aquellos que en la edad adulta han conservado el estómago con toda la fuerza digestiva de sus primeros años, al poco tiempo de levantarse sienten una real necesidad de comer y se disponen a desayunarse alegremente, frotándose las palmas, la razón modera, empeoro, en muchos casos, las pretensiones del estómago, a fin de no turbar el ya comenzado trabajo o el que hay que realizar con precisión, por lo que ¿1 alimento suele ser insuficiente y tomado con apresuramiento? El desayuno es una comida a la que se presta poca atención, que se hace solo o en familia y durante la cual poco se habla y menos se piensa en lo que se está comiendo. Los proyectos del día ocupan la atención, el tiempo apura, y sólo tratamos de satisfacer el apetito, sin buscar en este acto un placer».
Líneas andando:
«La refacción más importante, que constituye una verdadera pausa en las diarias ocupaciones, es la que bajo el humilde nombre de comida reúne en torno de la mesa a la totalidad de los familiares, o con las denominaciones más aparatosas de envite o banquete reúne numerosas personas para una este verdadera, en la cual pueden tomar parte los más nobles sentimientos y la vanidad más mezquina. La comida de un individuo solo no es sino una serie de sensuales placeres gustativos, sin ningún valor psicológico».
Después:
«La merienda es la comida meridional por excelencia, y para su completo acabado y perfección no es posible realizarla sino bajo la cúpula de un cielo azul, sobre los pastos y las flores. Sonriente y locuaz, no admite orden ni etiqueta, y suele integrarse de frutos, dulces, leche y otras sustancias simples y poco pesadas. Los juegos, las bromas y la música son sus más naturales adornos».
Por último:
“La cena presenta dos aspectos bien distintos y que difieren entre si muchísimo. La que se realiza en familia es una comida delicada, amenizada por una tranquila alegría y un recogimiento peculiar. Las tareas cotidianas han concluido, y la inteligencia descansa en una serena contemplación de lo pretérito, en una vigorosa y nebulosa esperanza en lo por venir. Es entonces cuando refleja más puramente las imágenes la conciencia y el hombre honesto se solaza en una calma suave y tranquila. Es la hora de las confidencias y las suaves amonestaciones, de los largos relatos y las charlas innumerables en torno del hogar. ¡Felices aquellos que han tenido la dicha de gozar en toda su pureza la alegría de una cena familiar! El otro aspecto que suele presentar la cena consiste en la pequeña fiesta dedicada a la sensualidad del gusto, y en la que alcanza la versatilidad de un caprichoso apetito para honrar, las viandas exquisitas y los deliciosos vinos que despiertan deseos antinaturales. Esta clase de cena, aún en su más honrada manifestación, suele oscilar entre la comida y la orgía, y en casi todos los casos la mesura se encuentra tan comprometida que escapa de los comensales alegres no bien éstos se juntan, y cuando vuelve a aparecer lo hace siempre acompañada de remordimiento».
He aquí, pues, a modo de intermedio, unos párrafos de Mantegazza que reflejan, más que el aspecto material del acto de comer, su aspecto ético, en relación con la familia.
Al margen de las consideraciones del psicólogo podríamos decir nosotros, de nuestra cosecha, que el elemento moral es altamente importante en la función digestiva.
Expliquémonos: la comida que se realiza con el pensamiento puesto en motivos de perturbación, cualesquiera que éstos sean: rencores, rencillas familiares, preocupaciones de la vida habitual, tristeza enfermiza, etc., esa comida no podrá jamás «caer», usemos un término popular, tan bien en el estómago como aquella otra que en un ambiente de franca camaradería se verifica, sin violencias, sin gritos, sin apercibimientos, sin reniegos, sin maldiciones.
Una fábula de Trilussa cuenta que los componentes de una familia que sustentaban diversas tendencias políticas se olvidaban, cada uno, de la suya, en el momento en que el ama de casa llamaba a comer. Esto es lo que debiera hacerse en todos los hogares. Porque es preciso reconocer que en algunos la hora de comer, que obliga a reunirse, es la más ingrata, la más perturbada de cuantas constituyen la jornada cotidiana, porque en ella se sacan a luz y se ponen sobre el tapete todos los motivos de disensión existentes entre los diversos miembros de la familia, y comienza una verdadera batahola.
Esto, aunque muchos no lo crean, y la mayoría no le de importancia, es un factor perturbador de las digestiones. Por eso decimos que el elemento moral influye no poco en el proceso de la alimentación.