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La importancia de las vitaminas

Las vitaminas son sustancias que nuestro organismo nece­sita, de manera esencial, en proporciones muy pequeñas pero que no puede producir por sí mismo en suficiente cantidad. El descubrimiento de las vitaminas se remonta a principios de siglo y fueron catalogadas con una letra a medida que iban siendo descubiertas y estudiadas.

A pesar de ser elementos esenciales para la vida, las necesidades de cada una de ellas, que varía según la persona y su situación, son muy pequeñas en relación a otros nutrientes. Basta la ingestión de una can­tidad que varía entre 0,001 y 100 mg por día, dependiendo de la vitamina.

Las vitaminas son esenciales para la salud

Nuestro cuerpo obtiene los niveles adecuados de vitaminas por medio de la dieta

Las vitaminas difieren mu­cho entre ellas, tanto química como biológicamente y, por lo tanto, su acción sobre el organismo también es diferente. Una cosa que tienen en común es que su carencia provoca moles­tias y enfermedades que pueden resultar muy graves si no se resuelve dicha falta vitamínica.

Las vitaminas son sustancias vitalizadoras totalmente necesarias para la vida, sin ellas, el organismo no podría aprovechar los ele­mentos constructivos y energéticos que aportan los alimen­tos: las proteínas, los azúcares, las féculas y las grasas.

Las vi­taminas activan la oxidación de los alimentos y las operacio­nes metabólicas y facilitan la liberación y utilización de la energía.

Las deficiencias vitamínicas no sólo se producen por la in­gesta inadecuada de estos nutrientes esenciales, también se pro­ducen cuando falla el proceso de biosíntesis en el intestino, como ocurre en determinadas enfermedades intestinales, en­teritis o mala absorción y también en reserciones quirúrgicas importantes del estómago y del intestino.

Alimentos con alto contenido en vitaminas esenciales

Otros «destructores» de vitaminas son algunos fármacos

Como los anticonceptivos orales que interfieren en la absor­ción de gran número de vitaminas, sobre todo de la vitami­na B6. La administración de algunos antiepilépticos interfiere en la absorción de vitamina D y en el metabolismo del calcio.

Sucede lo mismo con el tabaco y el alcohol, situaciones todas ellas en las que se hace necesario tomar suplementos vitamí­nicos o aumentar la dosis de vitaminas de las que se sufren ca­rencias. Las vitaminas se dividen en dos grupos según sean solu­bles en el agua o en las grasas.

Las vitaminas hidrosolubles son aquellas que se disuelven en agua. Forman este grupo la vita­mina C o ácido ascórbico y todas las del grupo B y que son la tiamina (B,), la riboflavina (B2), la niacina (B,), el ácido pan- toténico (Bs), la piridoxina (B6), el ácido fólico (Bg) y la coba- lamina (B1Z).

Las vitaminas liposolubles son almacenadas por el orga­nismo en los tejidos, el hígado y la grasa. Este grupo está for­mado por las vitaminas A o retinol, E o alfatocoferol, D o cole- calciferol y la vitamina K.

Se pueden distinguir dos clases de vitamina A: el retinol, que procede del mundo animal, y el caro­teno, que es una aportación del reino vegetal. El primero se pue­de encontrar en la carne, el pescado y los productos derivados de la leche.

El caroteno forma parte de las legumbres y de las fru­tas rojas y anaranjadas, como las zanahorias o los albaricoques, entre otros. Estos carotenos y carotenoides constituyen un grupo de vitaminas de fórmulas químicas y propiedades muy particu­lares (antioxidantes) que son transformadas en retinol.