Uno de los sueños del hombre durante siglos ha sido descubrir la poción de la eterna juventud. Actualmente, parece ser que el deseo de conservar una apariencia juvenil ha sido superado por el de mantener un ritmo incansable, gracias a los nuevos estimulantes y vigorizantes naturales.
De un tiempo a esta parte, el mercado dietético ha ampliado la gama de productos energéticos. Se hallan a la venta a unos precios que oscilan entre las mil y las siete mil pesetas. Su presentación también es variada: en líquido, en polvo, preparados para infusión, en tabletas, en forma de barritas, comprimidos, cápsulas, etc.
Los fabricantes de estos productos garantizan una solución eficaz a los problemas derivados del ritmo de vida moderna:
Estrés, fatiga o ansiedad y aseguran aportar energía y vitalidad a nuestro organismo para dotarlo de más capacidad físico-intelectual y de mayor vigor sexual.
Las personas que se encuentran en estado de agotamiento, debilidad o estrés, como ejecutivos o estudiantes que, gozando de buena salud, desean mejorar su rendimiento físico o intelectual en momentos determinados; personas de edad avanzada que quieran recuperar energía o embarazadas y niños en edad de crecimiento.
Todos ellos acuden a menudo a comercios de herbodietética, tiendas de productos naturales o farmacias, con el fin de encontrar un remedio personalizado.
El consumo de este tipo de productos no es algo nuevo en nuestra sociedad
Ya a principios de siglo, en España, diversos laboratorios y casas farmacéuticas aconsejaban ciertos revita- lizantes para combatir la anemia, la astenia, el insomnio o la debilidad en general. Presentados en forma de jarabes y píldoras, se anunciaban como poderosos tónicos reconstituyentes, alimenticios cerebrales, estimulantes vitales e, incluso, como medicamento para los intelectuales.
Se trata de preparados a base de plantas, extractos naturales y complejos vitamínicos, o bien, de plantas exóticas muy comunes en otros continentes y que, poco a poco, se han introducido en nuestra cultura.
Algunos energéticos son conocidos y populares como el aceite de hígado de bacalao, el de germen de trigo, la levadura de cerveza, el polen, la lecitina de soja y la jalea real. Otros son más exóticos y proceden, mayo- ritariamente, de la selva amazónica. Destacan el guaraná, el eleuterococo, el ginko biloba, el alga espirulina. También hay plantas originarias de la medicina oriental, como el ginseng, junto a ciertas vitaminas, aminoácidos y minerales.
La preocupación por el culto al cuerpo
Los deseos de sentirse con más energía para afrontar situaciones de estrés en una sociedad con un ritmo de vida demasiado acelerado, han hecho que, durante los últimos años, este tipo de productos proliferen y tengan cada vez más adictos en los países desarrollados.
Los malos hábitos alimenticios -alimentos industrializados y desnaturalizados en detrimento de los productos frescos naturales e integrales- constituyen otro punto a favor del consumo de energizantes y suplementos dietéticos.
Sin embargo, algunos especialistas, que no descartan sus efectos beneficiosos, prefieren enaltecer la dieta equilibrada y natural, puesto que es en los alimentos frescos, naturales e integrales, donde las vitaminas y minerales se encuentran en su perfecta proporción.
También consideran que en ciertos casos de emergencia, como una carencia, debilidad, convalecencia, o en casos de deportistas que quieran conseguir marcas, los suplementos dietéticos o energéticos pueden ser necesarios, pero su consumo prolongado puede ser perjudicial. Por este motivo, se suele recomendar un tratamiento de tres semanas, con una de descanso. Si el consumidor no sigue esta prescripción se crea una dependencia física y, lo que es más importante, mental.
El estrés y la fatiga son los principales motivos que inducen a adquirir un suplemento dietético. Es especialmente en primavera y otoño cuando es más recomendable tomarlos, ya que son los períodos en que el organismo suele acusar el cambio estacional.