Saltar al contenido

El delicado equilibrio osmótico celular

Nuestro organismo está formado por un 54 % de agua. Aproximadamente la mitad del agua entra a formar parte de las células, el resto es líquido extracelular. Este líquido es como un baño rico en nutrientes (agua por donde circulan disueltos los principios inmediatos), que riega todas las células.

Entre ellas hay espacios intersticiales y el líquido que los rellena es muy importante para que nuestro aspecto sea saludable. En la célula existen dos elementos que rigen su equilibrio de agua: el sodio, que la retiene, y el potasio, que facilita su eliminación. La sal contiene sodio: cuanto más saladas sean las comidas, más abundante será la retención de agua en el organismo.

El líquido extracelular tiene una concentración de sodio 100 veces superior a la que existe en el interior de la célula. Por el contrario, la célula contiene 100 veces más potasio que el líquido extracelular. La base de estos procesos es la osmosis, es decir, la tendencia de las moléculas a pasar de los lugares de alta concentración a los de concentración relativa¬mente baja.

Célula mirada por microscopio.

El potencial eléctrico entre el sodio y el potasio es el motor que transporta los nutrientes

Y este intercambio es una de las grandes obras maestras de la naturaleza. Dicho de otro modo, el aporte de nutrientes a las células está controlado por los desequilibrios del sodio y el potasio en los medios líquidos, fuera y dentro de las células. Se trata de un fenómeno muy sencillo pero determinante para la vida, tanto de los animales como de las plantas.

Cuando se descontrola este proceso, como puede suceder ante un desequilibrio nutricional, la célula se hincha y estalla por exceso de agua o bien se deshidrata y muere. Cuando la concentración de sales y otros electrolitos, dentro y fuera de la célula, está equilibrada, nos hallamos en estado isotónico, entonces, apenas hay desplazamiento de líquidos.

Pero si la concentración de sales fuera de la célula es más baja que en su interior, el líquido extracelular estará en estado hipotónico y la célula puede llegar a hincharse hasta extremos peligrosos. Por el contrario, cuando la concentración de sales fuera de la célula es más alta que dentro de ella, el líquido extracelular es hipertónico.

Este caso puede presentarse, por ejemplo, cuando tenemos la costumbre de ingerir dosis elevadas de sal, la célula expulsa cada vez más agua a través de su membrana y acaba por morir. El exceso de líquido se produce pronto, ya que los iones salinos también controlan el intercambio de los nutrientes entre la mucosa intestinal y la corriente sanguínea.

A través de canales finísimos, las vitaminas, los minerales, las proteínas y otras sustancias activas pasan del intestino a un vaso sanguíneo, por cuya red son transportados a todas las células del organismo. Cuando se resecan las células debido al desequilibrio salino, las consecuencias aparecen pronto en la cara, el cuello, el pecho y otras regiones corporales.

Esquema de una célula

Las células muertas degeneran en una especie de basura proteica

Estas se combinan con el colesterol y el calcio mineralizado, para formar costras subcutáneas. Es importante controlar el consumo de sal, por tanto, a fin de mantener jóvenes e hidratadas las células que se bañan en el líquido intersticial.

Un buen recurso para mantener este equilibrio hídrico es el de aumentar la proporción de alimentos ricos en potasio, como los frutos secos, los cereales integrales, los aguacates y los plátanos.

La presencia del potasio regula la presión osmótica celular y hace posible un metabolismo dinámico. Otro importante equilibrio que deben mantener las células de nuestro organismo es el PH del plasma sanguíneo, para permitir que se desarrollen los procesos de la vida.

Potasio hecho por ordenador

El PH es una cifra que nos indica el grado de acidez o alcalinidad de una sustancia

Y depende de la concentración de iones de hidrógeno en el líquido extracelular. El PH menor de siete es ácido y mayor de esta cifra es básico o también llamados alcalino.

El mantenimiento de un PH estable en los líquidos del organismo es esencial para la vida. El Ph del líquido extracelular es relativamente básico. Si un alimento es acidificante o alcalinizante se debe a su riqueza en los respectivos minerales. El azúcar, la harina blanca y la carne (ricos en azufre, fósforo y cloro) son acidificantes, mientras que la fruta y la verdura (calcio, potasio y magnesio) son alcalinizantes (los cereales integrales estarían en medio, aunque son ligeramente acidificantes).

Una de las consecuencias más directas de una mala alimentación es la acidificación de los líquidos orgánicos. Por ejemplo, la combustión de la carne o el azúcar produce un exceso de ácido úrico, láctico y otras sustancias tóxicas que hay que eliminar, para cuya neutralización se necesitan las sales alcalinas de la sangre, que nos aportan la fruta y la verdura.

Si nuestra dieta es pobre en ellas, la sangre recurre a las sales de los mismos tejidos del organismo: huesos, dientes, etc., produciendo una descalcificación. Si la alimentación es excesivamente acidificante, se produce un estado de toxemia, ya que los deshechos de la combustión, o ácidos, se acumulan y son verdaderas toxinas para la célula.