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Dieta frugívora y la dieta de plátanos

Dieta frugivora y la dieta de platanos

La dieta frugívora, se trata de una dieta basada en la ingestión de fruta fres­ca variada, seis veces al día. Diariamente se deben comer 1,5 ki­logramos. Esta cantidad corresponde aproxim adam ente a 8 gra­mos de proteínas, 0,9 gramos de lípidos y 390 gramos de glúcidos.

El aporte calórico es de 1.600 calorías. El efecto general de esta dieta es obviamente diurético (en parte, debido al potasio) y alcalinizante. Lo que mejora los cuadros de gota, de acidosis, para quien tiene cálculos en la uretra, etcétera.

Dieta frugívora y la dieta de plátanos

Propiedades de la manzana y la pera 

La dieta de fruta es esencialmente hipocalórica, como ya hemos visto. Dietas de fruta se emplean en los enfermos de insufi­ciencia cardíaca, y en un tiempo se daba esta dieta también a los enfermos renales, pero aquí es preciso distinguir mucho, y es el médico nefrólogo quien fija las dietas calculadas para cada caso.

En que se basa la dieta de la fruta

La dieta de fruta tiene el defecto de eliminar casi total­mente las proteínas y los lípidos. Aporta muchos glúcidos, por lo que tiene contraindicaciones netas para los enfermos diabéti­cos y a veces también para el arteriosclerótico avanzado. Mien­tras que el resto de los vegetales aportan proteínas, como las de las carnes, utilizables perfectamente por los músculos, no sucede así con esta dieta.

Dieta frugivora y la dieta de platanos

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Y por eso falta ese componente proteico que es recomendable en dichos enfermos. La dieta de fruta aporta al diabético fructosa, un azúcar relativamente simple, que acaba por ser negativo por estos motivos principales:

  • Interfiere en el metabolismo de las grasas y reduce la sensibilidad a la insulina.
  • Hablamos de la fructosa pura, porque la que se toma con los otros componentes de la fruta (sobre todo, las pectinas) tiene impactos sobre el organismo bastante más favorables. Se piensa que esto se debe a la absorción más lenta de la fructosa en la zo­na intestinal.
  • En suma, la fructosa, mezclándose con fibras, celulosa y pectinas, tiene una acción más positiva también en el diabético que la fructosa pura o la usada para edulcorar las bebidas.

Dieta de plátanos

Los “cardíacos” , los enfermos de corazón, ancianos o no, con frecuencia no saben qué comer. Temen justamente toda clase de alimento, porque sus piernas y brazos tienen la tenden­cia a impregnarse en gran medida de líquidos. Es la característi­ca hinchazón subcutánea de la que ya hemos hablado, el edema.

Pero no sólo sucede esto a los cardíacos. Los enfermos de riñón, los de hígado, los anémicos, padecen de lo mismo (edema). El médico se esfuerza mediante los distintos diuréticos, en suavizar el desequilibrio hídrico. Intuitivamente, podríamos pensar que reduciendo el aporte de agua, el problema estaría resuelto. Pero no es así.

El enemigo número uno de la anormal retención es la sal, el cloruro de sodio. En realidad, se trata de combatir el sodio, no el cloro. A sí que es más correcto hablar de dieta hiposódica o asódica, que de dieta hipo clorurada. Ahora bien, todos los alimentos contienen sodio, 4 gramos en una dieta casi nor­mal; si se sala normalmente, se llega a 20 gramos. La dieta asó­dica es, por lo tanto, una utopía.

Dieta frugivora y la dieta de platanos

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Pero el New Journal of Medici­ne cita un autorizado trabajo en el que se proponen los plátanos como régimen dietético sin sodio. El plátano, que posee un alto valor energético (como ya hemos visto), resulta ser, según el frío examen químico, muy pobre en sodio, una milésima de mi­ligramo por cada gramo de fruta fresca. Téngase en cuenta que tomando todas las precauciones, en las “dietas sin sal” para en­fermos, se toma más de un gramo de sal al día.

Un verdadero ré­gimen hiposódico (menos de 500 miligramos) crearía enormes problemas. Ahora bien, los plátanos van muy bien para muchos de estos enfermos. La nueva dieta, con plátanos y leche, da al enfermo cardíaco una alimentación agradable y quizá precursora de otros beneficios al prevenir o reducir los edemas.

El micros­cópico contenido en sodio y potasio varía de una clase a otra de plátano. Pero estas variaciones son ínfimas. Decimos esto por­que los agricultores saben que muchos frutos varían no tanto su sabor como su contenido en relación con la calidad de la tierra de cultivo, de los medios de abono usados, del clima, del tipo de regadío.

Dieta frugivora y la dieta de platanos

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Propiedades que puede aportar el plátano al cuerpo

El valor calórico del plátano es de una caloría por gramo de fruto. Contiene vitaminas en buena cantidad, proteínas, hi­dratos de carbono y grasas. Sobre la cantidad para dar a un en­fermo grave, “lleno” de agua, en el que los fármacos usados para hacer bombear mejor el corazón y hacer orinar al enfermo ape­nas sirven, el promedio es de diez plátanos al día, con 1,5 litro de leche asódica.

La misma dosis puede darse a un enfermo de cirrosis he­pática en fase de derrame abdominal (ascitis) y con edemas múltiples. El fraccionam iento de las comidas (de la comida, da­do que se trata de sólo dos com ponentes) es de una dosis cada ocho horas. Las variaciones permitidas son mezclar azúcar con un batido de plátanos y leche.

Naturalmente esta clase de dieta un poco monótona no puede mantenerse indefinidamente, in­cluso porque llegaría a ser tediosa y desagradable para el enfer­ mo mejor dispuesto. Y entonces, si disminuyesen los edemas en las articulaciones y se eliminase el agua del organismo, se podría pasar a una de tantas dietas que cardiólogos e higienistas prepa­ran en conjunto.

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Así, se podría seguir el régimen alimenticio con patatas hervidas o asadas sin sal, la dieta de arroz, la de manzanas u otra.

En suma, el enfermo del corazón, del hígado, riñones edematosos, debe saber que un período de restricción absoluta, cuando la hinchazón y el agua molestan piernas o vientre, con la severa dieta a base de plátanos, podría ser decisivo para supe­ rar m om entáneam ente dicha situación.

Esa misma dieta se sigue en una clínica cardiológica de París, donde los enfermos comen de diez a doce plátanos diarios durante unos quince días. Des­pués del tratamiento se beneficia la circulación sanguínea, el corazón bombea mejor y el enfermo retiene menos agua. Sin embargo, es conveniente que cualquiera que sufra una de estas afecciones recurra primero al especialista indicado para que sea él quien decida la aplicación de esta revolucionaria dieta.