Conoce el alcance del calcio en nuestro organismo
Este mineral es el más abundante de nuestro cuerpo. Lo necesitamos en cantidades relativamente grandes para la formación de nuestros huesos y dientes; que se llevan el noventa y nueve por ciento del total. El uno por ciento restante tiene una enorme importancia para el metabolismo.
Se necesita para la coagulación de la sangre, para el funcionamiento de los músculos y los nervios, para la producción de hormonas de las glándulas paratiroideas y para el metabolismo de la vitamina D; así como para la absorción del hierro, la actividad de toda una serie de enzimas y la incorporación de los nutrientes a las células del cuerpo.
Si nos decidimos por una dieta determinada en la que falte calcio, nuestro metabolismo recurre al que hay de reserva en el esqueleto y los dientes. Las consecuencias son especialmente graves para las mujeres durante el climaterio y después; debido también en parte a una deficiencia en la hormona estrógeno llegan a perder hasta un uno y medio por ciento de su masa ósea al año.
El calcio colabora estrechamente en nuestro cuerpo con fósforo; magnesio, vitaminas A, C y D y con muchas probabilidades también con la E. Aparece sobre todo en la leche y en los productos lácteos.
Sin embargo, hasta el treinta por ciento del ingerido se elimina a través del sudor, orina y heces, sin que el metabolismo pueda utilizarlo. Algo de grasa en la dieta ayuda en el tracto intestinal a la absorción.
Un exceso de grasa puede dar lugar a enlaces insolubles, que ya no pueden aprovecharse. Sin ácidos, el cuerpo no puede absorber el calcio, aunque hay algunos ácidos que retrasan dicha absorción. Entre ellos están los ácidos vegetales de los productos integrales o el ácido oxálico del ruibarbo, las espinacas y el chocolate.
Bondades que no sabías del Fósforo
Por cada dos partes y media de calcio necesitamos una de fósforo para que ambos minerales puedan cumplir su tarea en nuestro organismo. El fósforo está presente en todas las células corporales y participa en casi todas las reacciones químicas de nuestro metabolismo; es imprescindible para la salud de nuestras células y para el aprovisionamiento de energía.
El fósforo estimula las contracciones musculares y, por consiguiente, también los latidos del corazón. Es un componente importante de las nucleoproteínas, encargadas de la división celular y de los genes. Sin la participación del fósforo no podrían absorberse la niacina ni la riboflavina, que son vitaminas B.
Los fosfatos, como por ejemplo la lecitina, ayudan al desdoblamiento y al transporte de los ácidos grasos; contribuyendo también al control del sensible equilibrio de ácidos y bases en la sangre.
Finalmente, necesitamos el fósforo para la producción de los huesos y de los dientes; para el funcionamiento de los riñones, para la transmisión de los impulsos nerviosos, para el transporte de los nutrientes a través de las membranas celulares y para la producción de hormonas.
Una dieta con abundantes proteínas es esencialmente rica en fósforo. Este mineral aparece sobre todo en la carne; el pescado, las aves, los huevos, los productos integrales y los frutos secos.
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