La mayoría de los programas de tratamientos conductuales para la obesidad se basan fundamentalmente en las técnicas de autocontrol, por medio de las cuales se pretende dotar al individuo obeso de una serie de habilidades que le permitan identificar y controlar su propia conducta mediante la manipulación de los antecedentes y consecuencias con los que la conducta se relaciona funcionalmente.
El autocontrol es un proceso complejo que implica tres estrategias iniciales básicas, autoobservación, autorregistro y autorreforzamiento.
El autocontrol supone la utilización de otro tipo de estrategias
Como son el control de estímulos, la modificación de cadenas conductuales, el establecimiento de objetivos razonables, etc., que permitirán que el sujeto obeso modifique sus patrones alimentarios y de actividad física que, como recientemente han mostrado Stalonas y Kirschenbaum (1985), son fundamentales para la pérdida de peso.
La auto observación con frecuencia los sujetos obesos desconocen las características de su conducta de ingesta. En algunos casos, la conducta se da automáticamente (por ejemplo, la rapidez en la ingesta), de forma que el sujeto no advierte cómo la practica; en otros, el sujeto niega la presencia de una característica (por ejemplo, la conducta de picar).
El uso de técnicas de autocontrol será inviable si previamente no adiestramos al sujeto en estrategias de autoobservación, de forma que tome conciencia de las diversas maneras en las que proyecta la conducta de ingesta y en todos los componentes implicados en la misma.
La autoobservación es fundamental para que el sujeto esté capacitado tanto para cumplimentar autorregistros como para modificar sus comportamientos. Así pues, tal como veíamos en el capítulo 4, el entrenamiento en autoobservación deberá ser controlado.
El terapeuta proporcionará al sujeto un entrenamiento en autoobservación, lo que facilitará posteriormente la utilización de las diversas estrategias de autocontrol. El fracaso en la cumplimentación de autorregistros es debido con frecuencia a la ausencia del adiestramiento en la observación de la propia conducta.
El autorregistro
En el capítulo 4 presentábamos el autorregistro como un instrumento de evaluación que permitía que el sujeto obeso reconociera de forma más objetiva las variables implicadas en la adquisición y mantenimiento de su obesidad.
Como procedimiento terapéutico, el autorregistro se ha mostrado como uno de los componentes indispensables de cualquier programa conductual. Algunos autores han estudiado los efectos del autorregistro sobre la conducta de ingesta y sobre la pérdida de peso.
Los resultados de estos estudios (Romanczyk, 1974; Ro- manczyk, Tracey, Wilson y Thorpe, 1973) indicaron que el registro diario, por parte del sujeto, de sus hábitos alimentarios y consumo calórico fue tan eficaz como un programa más complejo de autocontrol, mientras que el autorregistro diario del peso no pareció tener efectos terapéuticos (Stuart, 1971).
Por otro lado, Bellack, Rozensky y Schwartz (1974) encontraron que los autorregistros producían mayor efecto sobre la conducta de ingesta cuando se completaban antes de comer.
Sin embargo, es importante señalar que parece claro que los efectos del autorregistro sobre la reducción de peso son temporales, y no es suficiente como procedimiento terapéutico para el tratamiento de la obesidad.
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