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Todo sobre los beneficios y propiedades de la miel

El uso de este producto de la colmena es muy conocido y está muy extendido entre nosotros, debido, seguramente, a que ya era un remedio efectivo en épocas anteriores.

Este pro­ducto semilíquido de color dorado ya se utilizaba en tiempos de los faraones, se tiene constancia de que era un alimento presente en sus ceremonias de momificación. Pese a este co­nocimiento que se tiene de la miel, de su uso extendido, sobre todo como edulcorante, y de no estar considerada en dietéti­ca como un producto nuevo, son pocas las personas que sa­ben de las múltiples propiedades nutritivas y terapéuticas de la miel.

Las aplicaciones de este producto natural van más le­jos de ser un mero sustitutivo del azúcar o de ser un alivio para combatir catarros y resfriados. Entre los múltiples componentes de la miel un pequeño por­centaje corresponde al agua y a proteínas y aminoácidos.

Los componentes mayoritarios de la miel, más del 50%, son los mo- nosacáridos o azúcares simples, que son altamente depurativos para nuestro aparato digestivo, además de estimular el hígado y favorecer procesos de desintoxicación.

La miel se usa desde hace miles de años

Posee un pe­queño porcentaje de minerales

La miel es un alimento energético de fácil asimilación por el organismo, aunque las personas diabéticas deben prestar un especial cuidado a la hora de tomarla. Debido a su gran con­tenido calórico, la miel resulta un eficaz reconstituyente para aquellas personas que se encuentran en situaciones de debili­tamiento, convalecencia o estrés.

La miel no sólo fortalece los músculos, también, gracias a su contenido en fósforo, tiene propiedades sobre la mente. La miel está especialmente reco­mendada para los estudiantes que, en época de exámenes, tengan que realizar un sobreesfuerzo intelectual.

Una de las propiedades medicinales de la miel que pue­de resultar más desconocida es su efecto antiséptico. Ésta po­see unos enzimas que, probablemente, provienen de las secre­ciones de las abejas sobre la miel, que tienen una acción anti- biótica y antiséptica ideal para el tratamiento de ulceraciones y llagas.

La miel es un depurativo muy eficaz que se emplea para aliviar la tos y otros problemas que afectan al sistema respira­torio. De igual modo, representa un gran alivio para aquellas personas que padecen de úlcera o inflamaciones estomacales, ya que tiene un efecto protector sobre las mucosas que envuel­ven las paredes del estómago.

El centro de nuestro sistema circulatorio que es el corazón también encuentra protección en este fruto dorado de la col­mena, ya que favorece el riego sanguíneo produciendo, así, un adecuado ritmo cardiaco, vital para el equilibrio de nues­tra salud.

La miel posee minerales

Existen varias clases de miel

Miel de algarrobo, dorada y líquida, tiene un efecto rela­jante.

Miel de alforfón, oscura y espesa, muy rica en minerales.

Miel de azahar, de efecto sedante, con un tono amarillo y muy aromática.

Miel de brezo, oscura y de sabor más consistente, tiene efectos diuréticos y desinfectantes.

Miel de castaña, de sabor fuerte, tiene un gran contenido en hierro y estimula la circulación sanguínea.

Miel de encina, ideal para su aplicación externa en la cura de llagas y heridas.

Miel de espliego, rica en hierro e ideal para catarros y res­friados.

Miel de eucalipto, sabor muy fuerte, ideal contra la tos.

Miel de romero, es una de las mieles más apreciadas y re­comendada para tratar dolencias relacionadas con el hígado, además de ser un valioso reconstituyente.

Miel de tilo, de color verde oscuro, facilita la digestión y se recomienda como diurético.

Miel de tomillo, se recomienda para aquellas mujeres que tengan una menstruación irregular.

Miel de salvia, tiene las mismas aplicaciones que la ante­rior.

Miel de zarza, dulce y de color verde oscuro, es un reme­dio eficaz para las dolencias de la faringe.