Tuberculosis, Causas y como tratarla
La acción de los agentes patógenos, llamados bacilos de Koch tuberculosos, provoca la formación de nódulos en el tejido pulmonar.
Esta enfermedad infecciosa se transmite por gotitas, polvo y bacterias contenidas en los alimentos. Los tuberculosos padecen una fuerte tos, que puede ir acompañada de esputos sanguinolentos.
Aparte de una fiebre alta, sudor nocturno y falta de apetito, aparecen otros síntomas en esta enfermedad que recuerdan a la gripe: dolores de espalda, dolores de pecho y pérdida de peso.
La tuberculosis es una enfermedad muy común, peligrosa y contagiosa. Puede atacar a todos los tejidos del cuerpo, pero ataca con más frecuencia a los pulmones.
La primera infección generalmente es superada por el organismo mediante sus propias defensas y en el lugar afectado queda una cicatriz. La segunda infección es más peligrosa, pues en ocasiones se produce un rebrote del foco patógeno cicatrizado y curado. En tales casos, se produce la caseosis del tejido pulmonar, que es expulsado en los accesos de tos.
La caseosis del tejido forma una cavidad, llamada caverna. Si con el esputo se expulsan también bacterias, se habla de tuberculosis pulmonar abierta; en caso contrario, se habla de tuberculosis pulmonar cerrada. Una tuberculosis cerrada es equivalente a un estadio de curación, pero puede volver a brotar en cualquier momento.
Tuberculosis Abierta
En la tuberculosis abierta, los agentes consiguen llegar a otras partes del cuerpo a través de los vasos sanguíneos. Si no son destruidos ahí, afectan cada vez a más órganos. En el tejido afectado aparecen nódulos del tamaño de un grano de mijo. Si alguien cree reconocer en sí mismo los síntomas de la tuberculosis debe acudir al médico. Sólo con ayuda de una exploración radiológica se puede establecer un diagnóstico claro.
Además, es obligatorio notificar la enfermedad. El paciente, en cualquier caso, debe fortalecer sus defensas. Se recomiendan lavados y duchas de Kneipp y caminar sobre el rocío por la mañana temprano. No deben hacerse esfuerzos sino con el mayor cuidado y siempre bajo control médico. La alimentación debe contener muchos elementos básicos naturales.
Tratamientos Naturales para la Tuberculosis
Remedio Casero 1: Aceite de hígado de bacalao
La leche, la malta y la glucosa contribuyen a fortalecer el organismo. El paciente debe estar mucho tiempo al aire libre, pero sin exponerse a los rayos del sol. Las personas que sufran hemoptisis, o vómitos de sangre, deben guardar absoluto reposo.
En tales casos, es recomendable pasar la mayor parte del día bien abrigado al aire libre y evitar cuidadosamente los rayos del sol, incluso en invierno. Estar echado al aire libre es lo que mejor descongestiona los pulmones. Se recomiendan las infusiones de tusílago, de llantén menor y de equiseto menor. Además:
Remedios Naturales 2: Infusión mixta
La siguiente infusión mixta es una bebida excelente para aliviar la tos. Se mezclan 10 g de equiseto menor, 20 g de salvia, 20 g de liquen de Islandia, 20 g de hojas de tusílago y 30 g de enebrinas. Se pone una cucharada de esta mezcla en un litro y cuarto de agua y se deja hervir hasta que se reduzca a un litro.
Las enebrinas tienen que machacarse antes de la preparación. Se bebe una taza de esta infusión con un poco de leche caliente cuatro veces al día.
Remedio Barato 3: Infusión mixta
Se recomienda esta infusión en caso de tuberculosis pulmonar. Se mezclan, a partes iguales, semillas de perifollo, galeopsis, equiseto menor y milenrama. En una taza se pone una cucharada de esta mezcla y añade agua hirviendo. La dosis recomendada es de tres tazas diarias.
Remedios de la Abuela 4: Infusión mixta
Esta infusión es una bebida muy adecuada para aliviar la tos en caso de tuberculosis pulmonar. Se mezclan 20 g de corteza de quina, 20 g de raíces de genciana, 30 g de liquen de Irlanda, 20 g de liquen de Islandia y 30 g de pulmonaria. Se pone una cucharadita por taza y se añade agua hirviendo. Se toman tres tazas calientes al día.
Remedio Efectivo 5: Aceites antibacterianos
Los aceites antibacterianos, como los de enebro, romero, bergamota y eucalipto, previenen contra nuevas infecciones. Se inhalan también los vapores de los aceites antiinfecciosos de ajo, árbol de té y lavanda.
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