Los alimentos humanos son los que ya hemos citado: proteínas, azúcares, lípidos, minerales y agua. Alimentos que tomamos de la mañana a la noche durante toda la vida. Pero existen los no alimentos, que son las celulosas, las hemicelulosas, las fibras, que se hallan en las paredes celulares de los vegetales.
Cuando una persona en el supermercado se dirige al mostrador o anaquel donde se exhibe la harina llamada “000”, hace una elección culinaria indiscutible, de buen conocedor. Pero si la harina es incluso un poco “negra” y tiene salvado (que deriva de la cariópside, que a modo de membrana envuelve el grano de trigo), hacemos una elección ya no de conocedores, sino de higienistas de la alimentación, de dietólogos.
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La relación entre las harina y la fibra
Es cierto que los productos elaborados con harina blanca son más tentadores que los “negros”. Pero también hay quienes encuentran más sabrosos los alimentos “negros”. Dicho de otra manera, las harinas integrales son ricas en fibras y actúan en gran medida -aseguran los dietólogos- sobre el bienestar general del organismo.
¿Por qué sucede esto? Las fibras no son digeribles, es decir, carecen de valor calórico. Pero se hinchan en el intestino, añadiendo agua. Actúan mecánicamente, y bastante bien, en intestinos perezosos o de mal funcionamiento, facilitando el tránsito intestinal.
La cocina refinada y elaborada de la postguerra hizo aumentar vertiginosamente los índices de las llamadas justamente “enfermedades de la civilización”, del bienestar o del progreso.
Lo que en realidad es una regresión, dado que cada dos minutos, en los Estados Unidos, una persona sufre un infarto y aumentan los ataques cerebrales (trombosis, embolias, hemorragias con parálisis parcial), por no hablar de la diabetes, la obesidad, la gota y otras enfermedades por el estilo.
Pero ahora todos, no sólo los norteamericanos, nos hemos vuelto más cuidadosos. Ya no devoramos cientos de kilogramos de grasa y alimentos extra-condimentados. Consumimos mucho salvado, fibras. ¿El resultado? Disminución de las “enfermedades del metabolismo”, diabetes, arteriesclerosis, gota, así como de afecciones de toda clase, pero en especial, de carácter circulatorio.
Sin embargo, queda mucho camino por recorrer, no somos la comunidad humana con los hábitos más correctos, por muchas excelencias que nos cuenten de la “dieta mediterránea”, que todos, sin exclusión, creemos llevar a la práctica.
¿Cuál es la función de la fibra en la alimentación?
Como se dijo, las sustancias que la componen se hinchan en el intestino y absorben ácidos de la bilis. Las paredes del estómago y del tubo digestivo experimentan así un estímulo mecánico oportuno y se estiran. La absorción de los demás alimentos, los verdaderos, queda así reducida. Y dado que el fenómeno afecta a todos los alimentos, algunos son parcialmente “capturados”. Parece que incluso el colesterol.
En efecto, después de tomar salvado disminuye el nivel de colesterol en la sangre y parece que también la glucemia (la concentración de glucosa en la sangre). Por lo que el tubo digestivo, mezclando alimentos y no alimentos, provoca su eliminación. Los expertos dicen que la dieta a base de fibras no tiene inconvenientes.
El eventual estreñimiento que muchos (sobre todo, las mujeres) sufren, se atenúa. Es posible que al comienzo una persona que incorpora salvado a su dieta se queje de fermentaciones intestinales excesivas, pero una vez que se haya acostumbrado, éstas desaparecerán. Hay que superar asimismo la “prueba” del sabor, que es bastante desagradable, sobre todo cuando el salvado es puro, el mejor, según los expertos en nutrición.
Es esencial tomar de 30 a 40 gramos de salvado al día. Es lo que aconsejan los gastroenterólogos, quienes -además- comprobaron que la ingesta de salvado produce una efectiva pérdida de peso. En suma, comiendo fibras se aprovecha sobre todo su acción mecánica y sus movimientos en el tubo digestivo y principalmente en el intestino.
Las personas con estreñimiento requieren del consumo de fibra
Tomando salvado se puede llegar, como afirman los franceses Lambert y Audigier, a un “tratamiento racional del estreñimiento”. En Medicina se define como estreñimiento crónico la evacuación irregular de heces cuantitativamente inferiores a 90 gramos al día, demasiado secas y sólidas. Está claro que ello comporta molestia abdominal y de la digestión en general, a quien sufre de ello.
En este punto, el afectado recurre a purgantes y diferentes laxantes. Por ejemplo, en Francia se venden 45 millones anuales de fármacos de acción laxante. Mientras que estos fármacos actúan más o menos irritando y estimulando anormalmente la mucosa intestinal, el salvado tiene en cuenta la verdadera fisiología de la evacuación, basándose en el “volumen fecal” del tramo final del intestino.
Un régimen rico en fibras alimenticias mantiene constante la función de todo el intestino, ya sea por el aumento de la masa fecal, como se ha dicho, o porque las sustancias contenidas en las fibras absorben grandes cantidades de agua.
Se ha comprobado que las fibras (al contrario de lo que sucede con purgantes y laxantes) mantienen su eficacia largo tiem po, en los tratamientos muy prolongados. Los elementos de las mismas -la celulosa, las semicelulosas A y B, las pectinas, las gomas, los mucílagos y la lignina- absorben el agua como esponjas.
Cuando hay necesidad de fibras alimenticias, hay que recordar que también otros alimentos son ricos en ellas; por ejemplo, las legumbres, la fruta y los cereales.
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