Berro
En la mitología griega, Japeto y Climena tuvieron tres robustos hijos, los célebres Titanes, entre ellos Prometeo que, como todo el mundo sabe, fue el creador del hombre. A este titán de Prometeo, Zeus, señor de los cielos y de las aguas, quiso ofrecer la bella Pandora. Que aportaba como dote un extraño cofrecillo, conteniendo, entre otros dones hechos por los dioses del Olimpo, todos los males que debían abatirse sobre la humanidad.
Pero los designios de Zeus no se realizaron, dice la leyenda, porque fue Epimeteo, su hermano, quien casó con la bella Pandora. Epimeteo era muy inteligente, pero terriblemente distraído. Al abrir la caja de marras ofrecida por los dioses había dejado escapar de ella todas las desgracias… En aquella caja, sin embargo, había también regalos útiles: se supone que el Nasturtium. Conocido comúnmente con el nombre de berro, formaba parte de estos últimos.
No cabe duda de que el berro gozaba de una excelente reputación en la Antigüedad. Los griegos, por ejemplo, lo utilizaban en las academias militares como reconstituyente para las marchas fatigosas y los ejercicios físicos agotadores a que se sometían los soldados.
El buen berro crece espontáneamente en las orillas de los ríos, en ocasiones incluso dentro del agua, si es clara; le gustan los manantiales y los arroyos, a condición de que no sean demasiado impetuosos. Ama también el estío, estación en la cual florece, y en la cual es aconsejable recolectarlo justo antes de la floración.
Seguramente os preguntaréis cómo reconocerlo: es una planta sin pretensiones estéticas, incluso más bien vulgar y desgarbada: lampiña, de hojas alternas, un poco carnosas y de un hermoso color verde, subdivididas en tres partes. Su tallo subterráneo tiene numerosas raíces finas, largas y blancas.
Betónica
Esta planta crece un poco en todas partes: en las landas, en los prados ralos, en los bosques poco tupidos, a lo largo de los caminos, en los terrenos silíceos, en las proximidades de las casas; su tendencia ha sido siempre la de invadir, meter la nariz en los lugares habitados.
Después, un buen día, llegó el hormigón armado y la betónica tuvo que refugiarse en la periferia de las ciudades. La betónica brota de junio a septiembre; puede alcanzar una altura de 60 cms. Tiene un tallo cuadrado que termina en una espiga con flores rosa y púrpura. Bajo la espiga se encuentran dos hojas dentadas, una frente a otra.
¿Lo sabíais?
- Siempre se le han atribuido a la betónica poderes mágicos; se afirmaba, entre otras cosas, que las serpientes no podían franquear un círculo trazado con sus tallos.
- ¿Sabíais que durante los grandes calores el olor de la betónica actúa sobre las personas nerviosas?
- ¿Sabíais que las flores secas, colocadas en el sombrero, protegen de los dolores de cabeza?