Trastornos metabolicos y digestivos
En el momento en que vemos algo apetitoso, lo olemos o simplemente nos lo imaginamos en el pensamiento, el hipotálamo (un importante órgano de control situado en el diencéfalo) envía impulsos al estómago, que se prepara entonces para recibir nuevos alimentos. Con ello comienza un largo y complicado proceso de digestión y metabolismo.
Una interrupción o un mal funcionamiento de este proceso pueden conducir a que guardemos grasa y engordemos.
Contra el sobrepeso muchas personas siguen una dieta, que a menudo no es otra cosa que un mal funcionamiento de nuestra digestión pero inducido de una manera consciente.
Es como ir de mal en peor. La consecuencia es que los trastornos metabólicos y digestivos se suman a la carencia de nutrientes y constituyen el suelo de cultivo para perturbaciones del bienestar, dolencias y enfermedades de todo tipo.
Una dieta, por consiguiente, debe adaptarse a los condicionantes fisiológicos del cuerpo. Por eso es importante saber un poco acerca de los procesos que tienen lugar en el tracto gastrointestinal, sobre la formación de las células y sobre la obtención de energía.
Un aspirante a seguir una dieta bien informado programará su cura de adelgazamiento siempre de modo individual, en lugar de precipitarse en manos de la primera dieta de moda que encuentre.
Curiosidades sobre la Digestión
El primer paso para un aprovisionamiento suficiente del metabolismo es la digestión. Sin embargo, por sí sola no basta para que los nutrientes tomados con los alimentos lleguen a su meta. Otros dos pasos, igualmente importantes, son la absorción de esos nutrientes (sobre todo en las mucosas del estómago y del intestino) y el posterior transporte hasta las células.
Lo que sucede en la boca con los alimentos lo controlamos bastante, pero desde el momento en que el bolo alimenticio desaparece por el esófago, mucho de lo que sucede (o casi todo) queda oculto a nuestros ojos.
Los primeros enzimas digestivos los secretan las glándulas salivares. El enzima ptialina puede degradar en pequeñas cantidades el almidón (hidrato de carbono). Los ácidos gástricos inactivan en el estómago este sensible enzima.
La papilla de alimento se mezcla en el estómago con los jugos gástricos, que contienen ácidos (clorhídrico), agua y diversos enzimas. La digestión en el estómago dura entre una y seis horas, dependiendo de la composición de la papilla.
Los primeros en pasar al intestino delgado son los hidratos de carbono, seguidos de las proteínas y, por último, de las grasas, que son las que más tiempo permanecen en el estómago. Por ese motivo, la persona que come grasas se siente saciada durante un período más largo que aquella otra que se alimenta de los hidratos de carbono de fácil digestión.
Por otra parte, el alcohol desempeña un papel especial en nuestra digestión. Se disuelve tanto en lípidos (grasas y aceite) como en agua, atraviesa las paredes del estómago y pasa de inmediato a la corriente sanguínea. Por ese motivo, a menudo sentimos sus efectos incluso transcurridos apenas unos segundos.
Aprende sobre el Proceso Digestivo
Cuando el bolo alimenticio penetra en el intestino delgado comienza la auténtica digestión. Esta porción intestinal mide unos seis metros de largo y su mucosa está cubierta de millones de diminutas vellosidades, muchas de la cuales sólo son visibles al microscopio electrónico.
A través de estas finas evaginaciones pasan a la corriente sanguínea las sustancias nutrientes moleculares. Si se extendiera como una alfombra esta mucosa intestinal, tendría la misma superficie que una pista de tenis. Cada una de nuestras comidas se extiende en el intestino delgado por una superficie igual.
De lo contrario, sería casi imposible proporcionar en poco tiempo a nuestro organismo millones y trillones de moléculas de nutrientes. Cuando esta papilla se hincha en el intestino delgado, el páncreas suelta sus jugos digestivos. El ácido biliar disgrega la grasa en gotitas muy pequeñas antes de degradarse por completo.
Hay varias hormonas que dirigen estos procesos digestivos. Las sustancias indigeribles (entre las que se cuentan, por ejemplo, las fibras como son la celulosa y la pectina) pasan al intestino grueso. Cuando la actividad enzimática en el intestino delgado es insuficiente llegan también nutrientes no aprovechados, que se eliminarán con las heces. Éstos faltarán entonces en el metabolismo.
En el intestino grueso se le quita agua a la papilla alimentaria y se forman las heces. Cuando ese bolo pasa con gran rapidez o si se elimina poca cantidad de agua a las heces, se produce una diarrea.
Otros datos interesantes
Si los productos residuales de la digestión permanecen demasiado tiempo en el intestino, pierden demasiada agua y se produce estreñimiento o una obstrucción. Por el intestino siguen circulando restos de la digestión de modo que la masa de heces va aumentando. La fibra, como por ejemplo la celulosa, hace este recorrido prácticamente sin digerir.
Se hincha como una esponja con agua, dilata las paredes intestinales y de esta manera eleva la sensibilidad hacia los impulsos eléctricos que estimulan los movimientos de contracción del intestino y, con ello, su motilidad. Se producen así unas heces pastosas que no causan problemas.
Las fibras tienen además otras funciones importantes en nuestro organismo. Al empaparse de agua y crear una gran masa dan lugar también a una sensación permanente de saciedad. Por ese motivo son un elemento que resulta especialmente útil en la dieta.
Las moléculas de nutrientes absorbidas en el intestino atraviesan la mucosa y se incorporan a la corriente sanguínea. Llegan directamente a los lugares de destino, las células corporales, o bien pasan al hígado.
Aquí, determinados enzimas convierten los nutrientes en estructuras moleculares tales como las que más tarde necesitarán las células. Estas sustancias acabadas se guardan en el hígado como reserva o bien son enviadas a las células.
Información sobre el Metabolismo
Ahora ya están a la disposición del metabolismo. Pueden actuar anabólica o catabólicamente. Anabólico significa que los nutrientes participarán en la producción de enlaces químicos, células o tejidos, como por ejemplo en la fabricación de glóbulos sanguíneos, anticuerpos, enzimas, hormonas o glucógeno.
Catabólico significa que los nutrientes participan en mecanismos en los que se degradan sustancias celulares para generar energía. Cuando, por ejemplo, se une la glucosa con el oxígeno; aparecen los productos residuales dióxido de carbono y agua, liberándose además energía.
Aunque las células corporales son la más pequeña unidad viva; bajo el microscopio despliegan una estructura muy complicada formada por decenas de componentes. Para las constantes reacciones químicas que tienen lugar en su interior se necesita un aporte permanente de nutrientes.
Cuando uno o dos aminoácidos, una vitamina o un elemento vestigial faltan de nuestra alimentación; los billones de células de nuestro cuerpo se ven afectados por este déficit.
Una dieta significa por lo general prescindir de calorías. Pero esto supone al mismo tiempo un aporte deficitario de nutrientes. Dado que a menudo ya sufrimos de una carencia en estos elementos (hecho que refuerza el estrés); en caso de dieta hay que poner especial cuidado para garantizar un aporte suficiente de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales.
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