Gasto energético y actividad en el desarrollo de la obesidad. El papel que juega el consumo energético en el desarrollo de la obesidad ha sido estudiado, fundamentalmente, comparando la actividad física de obesos y personas de peso normal.
A pesar de que los resultados de diferentes estudios no son siempre concordantes, existen evidencias que sugieren que los niños obesos son igual de activos que sus padres con normopeso, mientras que los obesos adultos son probablemente menos activos que los adultos no obesos.
En el campo infantil
La mayoría de los estudios que señalan que existen diferencias en los patrones de actividad física de niños obesos y delgados han sido realizados con medidas poco objetivas (autoinformes de los padres) (Johnson y cois., 1956; Stephanic y cois., 1959), mientras que las investigaciones que han utilizado instrumentos de medida objetivos (podómetros o control de la tasa cardíaca) no han encontrado tales diferencias (Brad- field, Paulos y Grossman, 1971; Masfield y Konishi, 1966; Stunkard y Pestka, 1962).
Waxman y Stunkard (1980) convirtieron medidas de actividad en gasto calórico, por medio del consumo de oxígeno, y hallaron que los muchachos obesos gastaban más calorías al desarrollar una actividad que los chicos de peso normal.
Por el contrario, los obesos adultos han resultado menos activos que los sujetos de peso normal, en estudios que han empleado distintos instrumentos de medida: podómetros (Chirico y Stunkard, 1960), autoinformes (iMayer, Roy y Mitra, 1956; Rand y Stunkard, 1974), un dispositivo que discrimina estar sentado de estar de pie (Bloom y Eidex, 1967) y el uso espontáneo de escaleras en vez de escaleras mecánicas en lugares públicos (Brownell, Stunkard y Albaum, 1980).
Sin embargo, es importante señalar que ninguno de los estudios realizados con obesos ha convertido la actividad física en medidas de consumo energético, por lo que resulta difícil determinar con exactitud el papel que juega la actividad en el desarrollo de la obesidad.
Como indican Brownell y Stunkard (1980), los resultados de los estudios anteriores se deben interpretar con precaución.
Por los siguientes motivos:
1) los niveles bajos de actividad no representan necesariamente niveles bajos de gasto energético, ya que una misma actividad comporta un mayor gasto calórico al obeso que al que no lo es.
2 ) el hecho de que los adultos obesos parezcan ser menos activos que los adultos de peso normal, y que esa diferencia no se pueda confirmar entre niños obesos y no obesos, plantea la posibilidad de que la inactividad sea una consecuencia de la obesidad y no una causa.
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