Durante muchos años se ha mantenido la teoría de que los obesos eran personas que tenían problemas de personalidad que aliviaban mediante la conducta de comer.
Inicialmente, varias teorías psicodinámicas explicaron el fenómeno de la obesidad, haciendo casi siempre referencia a una alteración de la fase oral como la causa del problema (Rascovsky, De Roscovsky y Schlossberg, 1950).
Sin embargo, la mayoría de las investigaciones que han seguido esta línea adolecen de rigor metodológico, por lo que sus conclusiones son difícilmente aceptables.
Paralelamente, se han realizado otros estudios
Para analizar la importancia de variables de personalidad, tales como depresión, neuroticismo, autoestima, autoconcepto, etc., en la obesidad, intentando responder de forma empírica a la extendida creencia de que los problemas psicológicos están más presentes entre los obesos que entre las personas con normopeso (Buch,1973).
Asimismo, también se han investigado, aunque de forma indirecta, los cambios de estado de ánimo que se producen con frecuencia después de una pérdida de peso. Como señala Ley (1980), estas investigaciones se han caracterizado por: 1) utilizar casi exclusivamente poblaciones clínicas; 2) basar sus conclusiones en muestras pequeñas; y 3) no emplear grupos control con los que comparar los datos obtenidos.
Además, a través de los resultados de estos estudios, es difícil determinar si cualquier dificultad de personalidad descubierta es causa de la obesidad o consecuencia de la misma.
Hamburger (1951), en sus esfuerzos por identificar el papel que juegan las variables psicológicas en la sobrealimentación apuntó algunos factores.
Apuntó cuatro factores causales:
1) ingesta como respuesta a tensiones emocionales no específicas;
2) sobrealimentación como sustituto gratificante en situaciones vitales intolerables;
3) ingesta como síntoma de enfermedad mental subyacente y
4) adicción a la comida.
En otro estudio realizado con 28 pacientes obesas, divididas en tres grupos, se determinó:
1) obesidad simple sin causa fisiológica conocida;
2) obesidad provodada por una causa fisiológica clara;
3) grupo mixto
Levitt y Felluer (1963) encontraron que las mujeres del grupo con obesidad simple obtuvieron puntuaciones significativamente mayores en diez de las trece escalas del Minnessota Multiphasic Personality Inventory (MMPI).
Resultados semejantes consiguieron Atkinson y Ringuette (1967) al analizar, con la misma escala, 21 obesos adultos, y Werkman y Greenberg (1967), Held y Snow (1972) y Karpowitz y Zeiss (1975) con muchachas adolescentes.
La mayoría de los estudios señalados adolecen de grupos de control y han sido realizados en contextos médicos o cuasimédicos, proporcionando solamente información relativa de sujetos que buscan asistencia médica. Un panorama diferente es el que muestran las investigaciones que se han realizado con poblaciones no clínicas.
A pesar de que Moore y cois. (1962) encontraron que los obesos eran más inmaduros y recelosos que las personas con normopeso, Simón (1963) halló que eran menos depresivos, y Silverstone (1968) señaló que su grado de neuroticismo era semejante al de las personas no obesas.
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