Manganeso, ¿Qué es? y sus funciones
Un elemento vestigial igualmente imprescindible, que está presente en todas las células corporales; donde participa en el metabolismo de infinidad de enzimas; vitaminas B, vitamina A, ácidos grasos y colesterol. Desempeña también un papel en la producción de protema; grasas e hidratos de carbono, además de en la hematopoyesis (formación de la sangre).
Este elemento vestigial, del que en nuestro organismo sólo hay entre diez y veinte miligramos (sobre todo en los riñones; los huesos, el hígado, el páncreas y la hipófisis), tiene más funciones.
Entre ellas están la síntesis de tejido óseo sano; la producción de leche materna y de urea (un componente de la orina); el aporte de nutrientes al cerebro y a los nervios; la producción de hormonas sexuales y en especial también la de tiroxina, la hormona de las glándulas tiroideas. Contienen también manganeso los productos integrales, la yema de huevo, las nueces, las semillas y la verdura.
El cromo en la nutrición
En nuestro cuerpo, el cromo aparece en concentraciones todavía menores que el manganeso o el flúor. Estimula la actividad enzimática en la obtención de energía a partir de glucosa; así como la biosíntesis de los ácidos grasos y del colesterol.
El cromo se absorbe mal en el tracto gastrointestinal, perdiéndose cerca del noventa y cinco por ciento del contenido en los alimentos. Esto puede dar lugar a estados carenciales; en especial en los diabéticos, porque el cromo interviene activamente con la insulina en el metabolismo de la glucosa.
Su carencia afecta también al metabolismo de los aminoácidos. Esto puede tener graves consecuencias ya que el cromo aparece en diversas formas en los alimentos y toda persona lo absorbe con una eficacia variable. La mayor biodisponibilidad de este elemento lo tienen el hígado; la carne, la levadura de cerveza, las acelgas y las setas.
Datos Interesantes sobre Selenio y Cobalto
Durante mucho tiempo se tuvo a este elemento vestigial en un relativo olvido. Al perfeccionarse los métodos de análisis, sin embargo, su importancia es hoy cada vez más manifiesta. Es un llamado antioxidante; que protege a las células y a los nutrientes (por ejemplo, las vitaminas) contra la desintegración por oxidación.
Con ello es una sustancia activa importante del sistema inmunitario del cuerpo; sobre todo en la lucha contra las nitrosaminas cancerígenas. Esto se debe a que el selenio se incorpora directamente a los microsomas; corpúsculos celulares encargados de la eliminación de las sustancias extrañas y perjudiciales.
Este elemento vestigial protege también al hígado contra un (linchamiento de las mitocondrias, y con ello de graves daños. Nuestros riñones y nuestro hígado tienen la máxima concentración de selenio.
El selenio es un elemento sumamente volátil que se destruye rápidamente, por ejemplo, por la acción del calor. Está presente en el hígado, los riñones, el corazón, la carne muscular; el pescado, la levadura, los productos integrales y los productos lácteos, oscilando su proporción según su contenido en el suelo.
Este elemento es especialmente interesante porque es casi idéntico a la cobalamina (vitamina B|2) y constituye el componente esencial de esta vitamina. El cobalto activa muchos enzimas de nuestro metabolismo; cuida del trabajo de los glóbulos rojos y vela además por el funcionamiento de casi todas las otras células corporales.
Su carencia puede dar lugar a anemia y trastornos nerviosos permanentes. Esto deberá tenerse en cuenta al planificar una dieta, pues este elemento aparece sólo en los productos de origen animal; falta en una que sea puramente vegetariana en la que se excluyan incluso la leche y los productos lácteos. Especialmente ricos en cobalto son la leche y los productos lácteos; la carne, el hígado, los riñones, las ostras y los mejillones.
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