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Propiedades y beneficios del Abrotano y el Acanto

Abrotano

Abrotano

Abrotano

Familia de las compuestas. Planta blancuzca o verdosa, de olor pene­trante y desagradable. Brota espontáneamente en las zonas áridas del Mediterráneo y es primo hermano del tanaceto, algunas de cuyas propie­dades comparte. Así es, como él, un eficaz vermífugo.

El abrótano es leñoso, sus tallos son ramificados y forman penachos grises, de unos 50 centímetros, que viven a lo largo de las pen­dientes áridas y en las extensiones pedregosas de la zona mediterránea. Como el tanaceto, el abrótano puede ser guardado en los armarios con objeto de mantener los insectos a raya.

Acanto

Acanto

Desde la Antigüedad, la magia siempre ha atribuido poderes especiales a esta planta, apre­ciada por la elegancia de sus grandes hojas, opuestas, sencillas, aterciopeladas, que termi­nan en una graciosa voluta vuelta hacia el suelo.

Se dice que el acanto es la planta de Marte, por tanto muy propicia para las «infusiones» de fuerza y de valor en los momentos cruciales de la existencia. El acanto, se dice también, ayuda a resolver las situaciones embarulladas, a solucio­nar los problemas espinosos y a superar las difi­cultades.

No obstante, hay que saber emplear bien esta hierba: durante las horas diurnas de Marte y los días de Júpiter; si no, podría pre­disponer a la imprudencia, a la cólera, a la vio­lencia y a la precipitación.

El acanto es muy fácil de reconocer, aunque sólo sea por sus hojas agrupadas en un grueso penacho de donde se eleva un largo tallo cu­bierto de folíolos espinosos, en cuyo interior brotan flores con pétalos de color amarillo paja.

¿Dónde se encuentra el acanto? Anidado en las ruinas, en Italia, y en los países mediterrá­neos como Grecia. Por otra parte, esta planta segrega un líquido viscoso, dotado de propiedades astringentes y emolientes.

¿Lo sabíais?

El acanto podría, e incluso debería, entrar en la historia del arte. Parece ser, en efecto, que fueron sus hojas las que inspiraron a un arqui­tecto de Corinto para el dibujo de sus célebres capiteles: los capiteles corintios.

Un dato interesante: los griegos y los roma­nos distinguían dos especies de acanto: el acanto dulce y el acanto espinoso.