El tercer factor comportamental que requiere ser estudiado en relación con la obesidad es la actividad física. Si el panorama que hemos presentado hasta ahora, en cuanto el estilo de alimentación diferencial entre individuos obesos y delgados no era excesivamente claro y los resultados presentados por las distintas investigaciones no pueden considerarse como definitivos, las aportaciones realizadas en torno a la importancia de la actividad física en la adquisición y mantenimiento de la obesidad, aunque un poco más clarificadoras, tampoco son concluyentes.
Algunos autores han señalado que la actividad física es el factor fundamental en la génesis y mantenimiento de la obesidad, remarcando que las personas obesas no comen más (a veces incluso menos) que los individuos de peso normal, sino que realizan menos ejercicio físico (Bloom y Eidex, 1967; Bullen, Reed y Mayer, 1974; Chirico y Stunkard, 1960; Johnson, Burke y Ma- yer, 1956; Stephanic, Heald y Mayer, 1959).
Para Mann, la obesidad es causada por la falta de actividad física
Sin embargo, esta afirmación es bastante reduccionista, y la inactividad física puede ser tanto una causa como una consecuencia de la obesidad. Durante el último siglo, los miembros de las sociedades industrializadas han reducido notablemente sus patrones de actividad física.
La magnitud de esta reducción es tal que, a pesar de que desde 1900 el consumo calórico diario per capita ha descendido aproximadamente en un 1 0 %, la prevalencia de la obesidad en los Estados Unidos se ha duplicado (Van Itallie, 1977).
Una de las causas principales de estos cambios comportamentales es la automatización que en las últimas décadas han sufrido estas sociedades, tanto en relación con el trabajo como en el ámbito doméstico y en los medios de locomoción; en consecuencia, los individuos requieren menos calorías para mantener el peso corporal.
El ejercicio puede ser leve, pero al pasar los meses puede sufrir obesidad
Por ejemplo, la Compañía Telefónica de Illinois ha estimado que, en el curso de un año, un supletorio de teléfono ahorra a un individuo aproximadamente 1 1 2 km; para algunas personas esto puede suponer un equivalente calórico de 7. (XX) a 10.500 kilocalorías o de 1 a 1,5 kg de grasa (Stein, 1984).
Otra ilustración de este tipo es la que presentan Brownell, Stunkard y Albaum (1980) en relación con el uso de ascensores y/o escaleras mecánicas.
Estos autores señalan que, a lo largo de un año, el gasto calórico que aporta el sustituir subir y bajar andando dos tramos de escalera en lugar de utilizar el ascensor o la escalera mecánica diaramente, equivale a 2,7 kg para un hombre de peso medio (80 kg). A continuación vamos a exponer algunos aspectos que se han estudiado en relación con la obesidad y la actividad física.
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