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Conoce las cuasivitaminas, ya que son igual de importantes que las vitaminas

Desde comienzos de los años noventa la medicina está avanzando hacia nuevos descubrimientos de una forma vertiginosa. Existen medios para detectar en los tejidos las concentraciones más recónditas de sustancias bioactivas y comprobar su enorme actividad.

Las cuasivitaminas son sustancias intermedias entre una vitamina y una sustancia grasa, de composición similar a una vitamina y dotadas de una misteriosa y asombrosa potencia. Son biosustancias in­corporadas a nuestro metabolismo desde hace millones de años.

Cuasivitaminas en cápsulas

La carnitina

Si queremos adelgazar, es preciso transportar las moléculas de grasa de los adipocitos a la corriente sanguínea para, pos­teriormente, ser conducidas hacia las demás células del orga­nismo, serán quemadas. Pero las moléculas de lípidos no pue­den circular por sí solas a través de la red de capilares y finos conductos de las paredes celulares.

Necesitan ayuda para lle­gar a las mitocondrias (o calderas de combustión de la célula), función que desempeña la carnitina. Los billones de molécu­las de carnitina toman moléculas de grasa de la sangre y las transportan hacia las mitocondrias.

La carnitina es una molécula sencilla que el propio metabo­lismo sintetiza a partir de dos aminoácidos: la Usina y la me- tionina. Contienen Usina, principalmente, los quesos, los hue­vos y las carnes. La metionina se encuentra únicamente en los alimentos de origen animal.

La carnitina en cápsulas

Casi todos lo obesos presentan concentraciones demasia­do bajas de carnitina en la sangre y los tejidos

De ahí que, las dietas drásticas extraerán de sus tejidos los hidratos de carbo­no y las proteínas que hayan acumulado, pero nunca las gra­sas de los adipocitos.

Quienes vivan sin estrés encuentran en la dieta vegetal y los lácteos todas las materias primas para sintetizar carnitina suficiente. En las situaciones de estrés, por el contrario, estas materias primas, la metionina y la Usina, se consumen acele­radamente, entre otras cosas, por la síntesis de las hormonas que permitirán hacer frente a la situación y, también, porque las células del organismo van a transformar más grasas en energía.

En estas condiciones, si a una persona le falta carni­tina, continúa estando gorda y, además, sube el nivel de gra­sas en la sangre. Además, se arriesga a sufrir una angina de pe­cho porque las células del músculo cardíaco, que son las que necesitan más energía, no reciben suficiente combustible en forma de moléculas grasas.

La carnitina se encarga, también, de limpiar las cámaras de combustión de la célula, ya que elimina de las mitocon- drias los ácidos orgánicos, que son como los deshechos y to­xinas que se desprenden tras la combustión de las grasas. Es decir, devuelve a la sangre los desechos del metabolismo para su eliminación a través de la orina.

En las tiendas de dietética se vende carnitina en forma de comprimidos o ampollas y, normalmente, en combinación con otros suplementos, como vitaminas y ginseng. La carniti­na es recomendable para personas que quieran perder peso sin desequilibrar su dieta.

Las personas obesas tienen concentraciones de carnitina bajas

Coenzima Q

Mientras la carnitina sólo actúa como transportista, esta cuasivitamina, también llamada ubiquinona viene a ser una especie de calefactor de la combustión celular, que va admi­tiendo las moléculas grasas que llegan a las mitocondrias.

Cada célula de nuestro cuerpo tiene una «caldera de combustión» llamada mitocondria que, con la ayuda de la coenzima Q-10 (sustancia similar a una vitamina liposolu- ble), es la responsable de generar la energía a partir de los alimentos que tomamos.

Por esta razón, la coenzima Q-10 resulta de particular importancia para personas que practi­can algún deporte o, sencillamente, llevan un estilo de vida muy activo. El origen de muchas afecciones cardíacas no es otro que la carencia de coenzima Q, debido a hábitos dietéticos equivo­cados, o por un defecto hereditario en la síntesis de este co­enzima.

No es raro hallar este déficit en los pacientes con an­gina de pecho, los hipertensos y los afectados de insuficiencia coronaria. Nuestro organismo puede tener un déficit de esta coenzi­ma debido al estilo actual de vida y al estrés, que suele agotar las reservas de dicha sustancia.

El nivel de esta coenzima tam­bién va disminuyendo a medida que envejecemos por lo que, en ambos casos, es aconsejable complementar nuestra dieta con un aporte extra.

Los efectos del coenzima Q-10 no aparecen de inmediato, el tiempo que deba transcurrir para notar sus beneficios de­pende del déficit que presente la persona antes de empezar a tomarlo. Los resultados serán mucho más apreciables cuanto mayor sean las deficiencias acumuladas.

Coenzima Q en píldoras

Coenzima A

Esta sustancia centra toda la atención de los modernos fi­siólogos y bioquímicos. El coenzima A es el fabricante de energía más activo de las 70 billones de células de nuestro or­ganismo, e imprescindible para la actividad muscular de cual­quier tipo. Si uno se siente desanimado y fatigado y desea te­ner vitalidad y energía, debe aumentar en un 50 por ciento la concentración de coenzima A en su organismo. Su energía aumentará notablemente.

El principio activo de esta molécula es la pantetina. Se trata de un derivado del ácido pantoténico o vitamina B. La conversión metabólica en esta dosis de energía que es el co­enzima A, es muy rápida. Cuando el corazón no recibe oxí­geno suficiente (por ejemplo cuando estamos en reposo), los valores de pantetina o coenzima A decaen a niveles peligro­sos.

Este coenzima realiza un excelente trabajo en la reduc­ción del nivel de lípidos, ya que quema las grasas peligrosas, reduce los niveles de colesterol y envía las grasas a las mito- condrias. El magnesio es el mejor aliado del coenzima A para la producción de energía. Se encuentra en los huevos, cereales integrales, soja, levadura de cerveza y quesos fer­mentados.

El coenzima A en forma de suplemento, es ideal para per­sonas con problemas de peso y de colesterol. También está in­dicado para estados de agotamiento.

La coenzima A se encuentra en los ajos

Los bioflavonoides

Se denominan también vitamina P y son las sustancias protectoras de las células vegetales. Una vez asimilados por nuestro organismo creen hallarse todavía en su medio origi­nario y siguen ejerciendo su beneficiosa acción. Existen unos 7 000 flavonoides distintos, la mayoría de los cuales se distin­guen por su intensa coloración: son los espléndidos rojos, anaranjados y azules de las frutas, hortalizas y bayas.

Se acu­mulan, principalmente, bajo la piel o cáscara de las frutas y hortalizas y defienden a las plantas de los parásitos, hongos y bacterias. La medicina popular de nuestros antepasados o de las tri­bus primitivas no era otra cosa, en esencia, que la aplicación de los flabonoides en beneficio del hombre.

En nuestro orga­nismo surten efectos similares a los de las vitaminas. Por ejemplo, cuando evitan la oxidación de la vitamina C, llegan a multiplicar por veinte la eficacia de esta mediadora de nues­tras defensas.

Y, así, como la acción de la vitamina C se ejer­ce, principalmente, en los grandes vasos, los bioflavonoides controlan el universo microscópicamente pequeño de los ca­pilares que por medio de películas casi transparentes van a alimentar cada una de las células.

Es en este terreno donde los bioflavonoides desarrollan la lucha contra los agentes patóge­nos y la consolidación de las frágiles paredes de los capilares, misiones que ya cumplen en el mundo vegetal. Estas sustancias son ideales contra las hemorroides, las varices o las hemorra­gias subcutáneas, por ejemplo.

Los bioflavonoides se encuentran en las cerezas

Se ha comprobado que los bioflavonoides ayudan a reme­diar varios síntomas

Como la hipertensión, las alergias, las anemias, los niveles de colesterol, las encías sangrantes, las hemorragias de matriz. En la medida en que mejoran el riego sanguíneo, estas sustancias naturales de las plantas resultan óptimas para la prevención de accidentes vasculares, trastornos de la circulación e, incluso, embolias.

Al igual que las vitaminas del grupo B, también la vitami­na C y los bioflavonoides forman un grupo aparte en nuestro metabolismo. Lo que los diferencia es que no contienen ni­trógeno. Todas las sustancias de este grupo tienen una estruc­tura química parecida y son una de las armas defensivas más activas de nuestro organismo.

Su estrategia de defensa contra cualquier tipo de bacteria y virus consiste en destruirlos antes de que arraigue la infección. Recientemente, se ha descubierto que, además, figuran entre las escasas sustancias capaces de formar enlaces con ciertos tóxicos como el cobre o el cromo; es decir que se combinan con ellos y facilitan, de esta manera, su eliminación.

Como nuestras casas están llenas de produc­tos tóxicos de muchas clases, es indispensable comer mucha fruta fresca, ensaladas y verduras, alimentos ricos en biofla- vonoides. Éstos deben consumirse al natural, siempre que sea posible, porque la luz, el calor y el oxígeno los destruyen.

¿Lo sabía?

Parece ser que los bioflavonoides prolongan la dura­ción activa de la adrenalina, la hormona estimulante de las glándulas suprarrenales. De esta manera, conseguimos preservar mejor la vitalidad y retrasar la fatiga.