Alimento muy digestivo, el hinojo es también diurético, vermífugo y está indicado en el tratamiento de los reumatismos. Como es muy digestivo, repetimos, está muy indicado para los enfermos, excepto los diabéticos.
La cocción también es nefasta para el hinojo, ya que destruye gran parte del sabor que le dan sus esencias aromáticas. Como es sabido, los granos de hinojo se utilizan en fitoterapia, mientras que la planta propiamente dicha se destina a la cocina.
Hinojos crudos
Finamente cortados, con cuatro trozos y se colocan en una sartén, cubiertos de caldo desgrasado. Apenas cocidos, se escurren y se ponen en una fuente de horno untada de mantequilla, con pedacitos de mantequilla y queso rallado. Dejad que se doren en el horno durante unos 15 minutos.
Hinojos al limón: basta con darles un hervor, sazonándolos con aceite, limón y sal.
Hinojos a la napolitana: se cortan los hinojos en cuatro trozos y, bien cubiertos de agua, se ponen a cocer a fuego lento. En el fondo de una fuente de horno, colocad una capa de salsa de tomate (tomate frito con albahaca, ajo y un poco de sal, hasta adquirir la consistencia apetecida).
Depositad encima de ella los hinojos semicocidos, cubrid con finas lonjas de mozzarella. Se mete la fuente en el horno unos 15 minutos, añadiendo antes un poco del caldo de la cocción de los hinojos. Hinojos crudos: finamente cortados, con aceite, pimienta y sal.
He aquí una fritura de hinojos que os aconsejamos
Se quitan las hojas más duras y se cortan los hinojos en finas tiras; a continuación se escaldan en agua con sal. Aparte se prepara una pasta para buñuelos con 100 gramos de harina, una cucharada de aceite refinado, una cucharada de aguardiente, un huevo, sal y agua.
Se mezcla la harina con la yema de huevo y los demás ingredientes, añadiendo el agua poco a poco para que no resulte demasiado líquida. Después de haberla trabajado bien con una cuchara de madera, dejad que la masa repose unas horas. Escurrid los trozos de hinojo, enharinándolos, y pasadlos después por la pasta antes de freídos.
Flan de hinojo: este flan, de sabor dulce, es muy apreciado. Una vez quitadas las hojas más duras, se cortan los hinojos en tiras muy finas y se ponen a cocer en agua con sal; después se escurren y se saltean con un poco de mantequilla. Se rectifica de sal y, cuando hayan absorbido toda la mantequilla, se agrega un poco de leche; una vez absorbido este líquido a su vez, se añade un poco de bechamel.
Retirad del fuego y dejad enfriar así o bien pasadlos por la batidora; cuando los hinojos estén fríos, se añade queso rallado y tres o cuatro huevos batidos, según la cantidad. Se deposita la preparación en una flanera, se cuece al baño maría y se sirve como verdura o bien para acompañar un pollo guisado. Si lo preferís, podéis acompañar el flan con un sabroso guiso de despojos y de criadillas.
Hinojos guisados: después de haberlos troceado y sometido a un rápido hervor con agua con sal, un célebre cocinero aconseja freídos en aceite, añadir caldo para terminar la cocción, ligarlo todo con un poco de harina y, luego de haberlos retirado del fuego, añadir parmesano a voluntad.
Hinojos con bechamel: lo primero es que os procuréis hinojos que sean carnosos; luego quitadles las hojas más duras, troceadlos y escaldad en agua con sal. A continuación se fríen con mantequilla, y, una vez absorbida esta última, se termina la cocción con leche. Probadlos, naturalmente, para comprobar si están bien de sal; luego, poned los hinojos en una fuente de horno. Espolvoread de queso rallado y cubrid con bechamel. Se dejan gratinar y se sirven como guarnición de carne asada o en salsa.
En un viejo libro de cocina hemos encontrado esta observación: «Unos días antes de matar un conejo, dadle un poco de hinojo, la carne del animal estará más sabrosa.»
Más sabrosas también estarán las castañas cocidas con agua en la que se haya echado un poco de hinojo.