El cobre es un mineral que está presente en diversos enzimas, principalmente en el cerebro, el corazón, el bazo y los riñones. En la etapa de crecimiento, el cobre se utiliza para el desarrollo de la mielinización del cerebro y de la médula espinal.
Una de sus funciones más importantes es la de mejorar el mecanismo oxidativo cerebral. El cobre se encuentra en los crustáceos y mariscos, como ostras y cangrejos. También son una fuente rica en este mineral, aunque en menor grado, los frutos secos, nueces y cacao.
Cromo
El cromo es esencial en el metabolismo de la glucosa, es decir, en el mecanismo por el que el cuerpo quema el azúcar que ingiere. El cromo es especialmente aconsejable para aquellas personas que presentan niveles bajos de azúcar en la sangre.
En estos casos, una dosis de 250 microgramos de cromo puede ayudar a mantener los niveles de glucosa en sangre, previniendo posibles deficiencias en los vasos sanguíneos, el corazón y los riñones. El cromo hace posible que la glucosa se traslade a las células para que éstas puedan quemarla y obtener energía, así entra a formar parte de un enzima conocido con el nombre de factor de tolerancia de glucosa.
Los principales signos de deficiencia del cromo son muy parecidos a los de la diabetes, intolerancia a la glucosa y pérdida de peso. Las fuentes más importantes son la levadura de cerveza, la pimienta negra, el tomillo, el brécol, los cereales integrales, el salvado y el trigo germinado.
Cromo natural y orgánico
Ante la evidencia de que el suelo donde se cultivan los alimentos suele tener un bajo contenido en cromo, puede ocurrir que algunas personas tomen menos de los 50 |xg de cromo considerados como necesarios para un buen estado de salud.
Para estos casos existen, en las tiendas de dietética, suplementos dietéticos a base de cromo natural y orgánico, que son mejor absorvidos por el organismo y resultan más efectivos que el cromo inorgánico. Este mineral forma parte del metabolismo óseo y muscular.
La absorción del fósforo, que se produce a nivel intestinal, está estrechamente ligado con la vitamina D ya que sin ella su asimilación es deficiente. El fósforo también está muy relacionado con el calcio, de manera que en la dieta se recomienda que la proporción de ambos minerales sea dos partes de calcio por una de fósforo.
Los niveles de fosfato en la sangre se regulan, principalmente, a nivel del riñón y el principal factor que adecúa la absorción de fosfatos, además de la vitamina D, es la presencia de una hormona llamada parathor- mos, que segregan las glándulas paratiroides.
Existe un equilibrio constante entre el fósforo ingerido, los niveles de calcio, los niveles de parathormona y, aunque no se pueda asegurar totalmente, los de magnesio. Cualquier alteración en este equilibrio producirá, también, una alteración de los niveles de fósforo en sangre.
El pan blanco, el arroz, las carnes, el hígado de buey, el pollo, el plátano y la naranja, las patatas y los guisantes, la leche, el queso y los huevos son grandes fuentes de fósforo. El flúor se encuentra en los huesos y es muy importante para mantener la dentina y controlar la caries. La fuente más importante de flúor es el agua. En menor proporción le siguen el pescado, el té y los frutos secos.
Hierro
Este mineral desarrolla dos funciones primordiales para el metabolismo celular. En primer lugar, es el mecanismo de transporte del oxígeno de las células y, en segundo lugar, es indispensable para realizar el proceso de síntesis de grandes moléculas en todas las células del organismo.
Nuestro organismo suele procesar unos 35 mg de hierro por día, que se absorbe en el intestino y se pierde a través de la piel, la orina y la menstruación. Este mineral se almacena en las células en forma de íerritina, soluble, y de hemosiderina, no soluble.
La ferritina refleja claramente cuáles son los niveles de hierro en nuestro organismo de manera que, si en los análisis se detectan unas cantidades de ferritina inferiores a los niveles normales se padece anemia ferropénica, déficit que se ha de corregir rápidamente.
La absorción de hierro se produce, especialmente, a nivel del duodeno, siendo necesaria la presencia del ácido gástrico y de un agente reductor como es el ácido ascórbico o vitamina C. Por lo tanto en medios alcalinos o con deficiencia en estos dos ácidos, la asimilación de este mineral se ve muy limitada.
Las fuentes alimentarias ricas en hierro son, especialmente, los frutos secos, las carnes rojas y las yemas de huevo. El hierro que procede de los vegetales depende especialmente del suelo donde éstos han sido cultivados; en este caso, además, ha de venir acompañado por la ingestión de ácido ascórbico para su asimilación.
Los alimentos ricos en este mineral son entre las carnes: buey, cordero y pollo; las gambas y pescados; entre los cereales: cereales en copos, pan blanco y arroz; entre los frutos secos: cacahuetes y almendras; entre los productos lácteos: huevos y queso; la fresa es la fruta más rica en hierro; entre los vegetales: espinacas, guisantes y las legumbres secas.