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Técnicas de control de peso gratis

Los procedimientos cognitivos conductuales se han incorporado a los paquetes de tratamiento de la obesidad con el objetivo de modificar, por un lado, los pensamientos, ideas, sentimientos y emociones negativas que el sujeto tiene acerca de él mismo y de su condición de obeso por otros más positivos que favorezcan el cambio de la conducta.

Por otro lado, se pretende que el sujeto aprenda a utilizar estrategias de resolución de problemas y que adquiera habilidades de afrontamiento para hacer frente a situaciones de alto riesgo de forma que se incremente la eficacia de la intervención, especialmente a nivel de mantenimiento y que se prevengan las posibles recaídas.

A pesar de que a finales de la década de 1970 algunos investigadores (Rodin, 1978a; Stunkard y Mahoney, 1976; Wooley y cois., 1979) empezaron a recomendar la inclusión de estrategias cognitivo conductuales en los paquetes de tratamiento para el control del peso, hasta la fecha son pocos los autores que han seguido estas recomendaciones.

Mahoney y Mahoney (1976) fueron los primeros que incluyeron la técnica de reestructuración cognitiva en su paquete de tratamiento, con el objetivo de ayudar al sujeto a identificar y modificar patrones de pensamiento inadaptados que parecían afectar a la pérdida de peso.

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Los pensamientos problemáticos se agrupaban en cinco categorías:

1) metas irreales y falta de flexibilidad; 2) evaluaciones negativas acerca de la capacidad personal para perder peso; 3) justificaciones y excusas para comer; 4) incapacidad para eliminar pensamientos relacionados con comida; y 5) impaciencia ante pérdidas lentas de peso.

El programa de Mahoney y Mahoney (1976) proporcionaba al sujeto las bases para aprender a au- torregistrar sus pensamientos, identificar los negativos y reemplazarlos por otros más positivos. Otro de los pioneros en este campo es el estudio realizado por Dunkey y Glaros (1978) en el que se comparó un programa de entrenamiento de autoinstrucción (Meichenbaum, 1977) con un tratamiento de control de estímulos y un entrenamiento de relajación como grupo de control placebo.

A pesar de que los resultados del estudio ponen de manifiesto como el componente cognitivo mejora los resultados del tratamiento de forma relevante, sus importantes problemas metodológicos limitan la validez de dichas conclusiones.

En otro trabajo, Rodin (1978c) mostró como el tratamiento conductual combinado con estrategias cognitivas de afrontamiento fue más eficaz que un programa conductual combinado con educación sobre consumo energético, nutrición y ejercicio físico.

Recientemente, Collins, Rothblum y Wilson (1986) han realizado un estudio para comparar los efectos de un programa con- ductual, un programa cognitivo y un programa cognitivo conductual sobre la reducción de peso y el mantenimiento del peso perdido en sujetos obesos. Los resultados de esta investigación mostraron como los programas que contenían procedimientos conductuales resultaron más eficaces a corto plazo que el que contenía componentes cognitivos exclusivamente.

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Los datos obtenidos a los siete meses de seguimiento

Indicaron que los grupos con estrategias conductuales siguieron perdiendo peso de forma más significativa que los grupos sin componentes compor- tamentales en su tratamiento. El análisis de la relación entre pérdida de peso durante el tratamiento y durante la fase de mantenimiento reveló una estrecha relación entre el tipo de tratamiento y la pérdida de peso.

Los sujetos que aprendieron estrategias conductuales —fundamentalmente control de estímulos— fueron los que perdieron más peso en ambas fases. Sin embargo, en los sujetos de los otros grupos se dio una relación inversa: aquellos que perdieron menos peso en la fase de tratamiento incrementaron la pérdida en la fase de mantenimiento y viceversa.

Las principales conclusiones que Collins, Rothblum y Wilson (1986) obtienen de la evaluación de las estrategias cognitivas para el tratamiento de la obesidad son:

1. El cumplimiento de las instrucciones proporcionadas a través del tratamiento es mayor en los programas simples que en los programas con múltiples componentes. 2. La primera conclusión conduce a proponer un análisis de componentes de los programas de tratamiento, a fin de dilucidar cuáles son los más eficaces para provocar pérdidas de peso.

Los resultados de estudios de análisis de componentes indicaron qué estrategias cognitivas y qué estrategias conductuales deben incorporarse en un programa combinado. 3. La posibilidad de que el aprendizaje y utilización de procedimientos cognitivos requiera mayor tiempo que el de estrategias conductuales lleva a pensar que la duración de los tratamientos para la obesidad que utilicen componentes cognitivos deben incrementar el período de aplicación de los mismos. 4.

La secuencia temporal de los componentes cognitivos y los componentes conductuales en un programa mixto debe ser estudiada, con el fin de determinar las unidades o bloques donde cada estrategia debe ser introducida en un programa terapéutico combinado.

Para finalizar este apartado, queremos resaltar que aunque los resultados de las investigaciones aquí presentadas parecen mostrar que estrategias tales como reestructuración cognitiva, entrenamiento autoinstruccional o incluso resolución de problemas incrementan la eficacia de los programas conductuales para el tratamiento de la obesidad, tales resultados deben ser tomados como preliminares ya que la aplicación de los procedimientos cognitivos para el tratamiento de la obesidad no ha alcanzado todavía el nivel de sistematización de las estrategias conductuales, dificultando la comparación de estudios y la réplica de resultados.

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