Claro que el enunciado de este capítulo no entraña soberbia alguna, pues sabemos lo que sabemos, pero desconocemos aún muchos factores de la obesidad, lo que no debe impedirnos sacar a la luz lo que hemos ido encontrando para beneficio de la sociedad.
Ya dijo Voltaire que «la ciencia es como la tierra: sólo puede poseerse una pequeña parte»; sin embargo, hemos de sentirnos responsables de lo que tenemos, pues con ello podemos luchar con seriedad contra la obesidad, pero ayudando afectuosamente a los obesos, gente por otra parte bondadosa y por lo general feliz, pues aunque la grasa es enfermiza por definición, sí proporciona un estado anímico de especial consideración.
Le ruego que lea con atención las siguientes páginas, si de verdad desea conocer a fondo el problema de la obesidad, que se puede clasificar, en función de los mecanismos que la han provocado, en dos categorías:
Obesidades hiperlipogenéticas y obesidades hipolipolíticas
Obesidades hiperlipogenéticas
Son las obesidades de relleno excesivo (obesidades de fabricación). Se producen por abusos alimentarios o por transformación anormal de ciertos alimentos (por ejemplo, los hidratos de carbono en triglicéridos —grasas de reserva—). También pueden deberse a causas metabólicas y nerviosas.
Se dividen en:
- Obesidad alimentaria en las que el exceso de stock proviene del exceso de alimento.
- Obesidades psicosomáticas.
Obesidades hipolipolítica.
Serían las obesidades de evacuación insuficiente (obesidades de combustión).
Todas las causas susceptibles de cerrar la llave de la estufa van a impedir la transformación del stock de grasa en calor o energía y a cada causa corresponde un depósito característico, por lo que según sus causas se pueden clasificar en:
- Hormonales.
- Circulatorias.
- Obesidad constitucional familiar.
- Obesidad psicógena.
Existen igualmente las obesidades asociadas, en las que todas las combinaciones son posibles. Según la localización de la grasa, se pueden clasificar en:
- Obesidades altas, en las que la grasa se localiza en la cara, el tórax y el cuello.
- Obesidad abdominal.
- Obesidad en los miembros.
- Obesidades generalizadas.
Poco a poco, vamos introduciéndonos en la enjundia de un serio problema; ya saben que poner nombre a las cosas es como poseerlas, por lo que espero y deseo que este conocimiento nos sea útil, como decía A. Comte: «Saber para prever, a fin de poder.»
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