Saltar al contenido

La modificación de conducta

El doctor Linn decía de su proteína líquida que era el avance más importante en dietética en los últimos cincuenta años. Nosotros replicaríamos que si algún avance en el amplio campo de la reducción de peso merece este calificativo de más importante, es probablemente la modificación de conducta.

La modificación de conducta

La modificación de conducta alimenticia.

Como apuntábamos en el capítulo anterior, la modificación de la conducta no resulta en todos los casos de obesidad, pero cuando funciona (en personas de edad madura, de obesidad moderada y bien motivadas) se revela de una eficacia que llega a producir unos resultados doblemente satisfactorios que los de cualquier otro método convencional de reducción de peso.

Existen muchas posibilidades, incluso si el exceso de peso alcanza el 15%, de que los hábitos alimentarios de una persona estén controlados más por estímulos externos que por necesidades internas. Se responde más a la vista, aroma o sugestión de la comida que a la sensación fisiológica de hambre, y el individuo se va sintiendo más hambriento cuanto más se acerca la hora de comer, sin que cuente para nada cuándo lo hizo por última vez o qué cantidad ingirió entonces. Para tales personas, la solución al rompecabezas de la obesidad puede residir más en cambiar su manera de comer que en variar la composición de la comida.

Tales cambios sólo pueden efectuarse si el individuo aprende a advertir y controlar los estímulos externos que le impulsan a sentirse hambriento cuando en realidad está bien alimentado, y para ello debe emprender todo un sistema de trabajo.

En esta ocasión, en lugar de registrar el número de metros que recorre al cabo del día, debe registrar todo lo que sea de importancia respecto a sus hábitos personales en el comer. La Clínica Mayo sugiere que lleve usted un diario privado lo más detallado posible, en el que se registre no sólo lo que come, cuándo come o cuánto tarda en comer, sino el humor en que se encuentra cuando se sienta a la mesa, las personas que le acompañan, etc.

Una vez más, cuanto más detallado sea el registro, más valioso le resultará como medio de control del peso. Si es usted escrupulosamente honesto en anotar cada una de las cosas que come, producto por producto y caloría por caloría, puede llegar a descubrir que el simple hecho de llevar el registro le proporciona una visión inesperada y auténticamente útil de cómo come y por qué come tanto.

Puede que descubra que se atiene fielmente a una dieta de bajo contenido calórico y de nutrición equilibrada durante toda la jornada, y que sólo la descontrola con un bocado extra antes de acostarse, bocado que le proporciona 1.100 calorías más. Y bien puede advertir que hace dos pequeñas comidas de más los días que su esposo está fuera de casa por motivos del trabajo. O que los ciclos de sobrealimentación corresponden a periodos de ansiedad económica o de inseguridad profesional. En ciertos casos, basta simplemente con llevar el registro en el que se anoten con precisión los hábitos alimentarios y colocar a su lado una lista de objetivos que cumplir.

No obstante, para la gran mayoría de nosotros la modificación de conducta significa unos pequeños pero importantes cambios en los hábitos alimentarios ya existentes.