La dieta durante el embarazo puede ser sinónimo de una futura obesidad infantil si no se corrige adecuadamente. Así que es importante poner cierto énfasis en los hábitos alimenticios saludables de la futura mama.
La dieta durante el embarazo debe ser estricta y sana
Debe señalarse en este punto que el embarazo es universalmente lipogénico o productor de grasas, y que la moda de mantener a la futura madre en una dieta estricta que limite el aumento de peso a seis u ocho kilos (lo que se calcula como peso total del feto, la placenta y el líquido amniótico), sólo se recomienda en la actualidad, por regla general, a las mujeres que ya son obesas al principio de su embarazo, es decir mujeres que necesitan adelgazar.
Entre otras cosas, una dieta de tal rigidez puede provocar un desequilibrio en el desarrollo cerebral del feto y una serie de anormalidades en el bazo, el hígado y las glándulas adrenales. El aumento de peso considerado “normal” durante el embarazo va de cero a veintidós kilos, con una media que está entre los once y los doce.
La función de esta masa aparentemente superflua de grasas consiste en proteger a la madre en el momento del parto y los días posteriores al mismo, lo que constituye una reminiscencia de los tiempos del Paleolítico, cuando muchas futuras madres se separaban de la tribu para parir y luego debían reintegrarse al grupo por sí mismas.
Los doctores Jules Hirsch y Jerome Knittle, de la Universidad Rockefeller, han llegado a la conclusión de que todos los individuos que desde su infancia han sido gordos poseen una cantidad anormalmente grande de células grasas, y que cuanto antes comienza esta propensión a la obesidad en el niño, mayor es el número de células grasas que se forman en él.
En contraste, la persona que se vuelve obesa en etapas posteriores de su vida no tiene un número excesivo de células grasas; simplemente, las células adiposas de su cuerpo están más cargadas.
Esto marca una auténtica diferencia, y tiene un profundo impacto en la posibilidad de cada individuo en cuanto a controlar con éxito su peso una vez transcurrida la adolescencia. Debe tenerse en cuenta que todo lo que cabe esperar conseguir de una dieta, por rígida que pueda ser, es una reducción gradual en el tamaño de las células grasas, y no la desaparición de las mismas.
Por ello, estas células adquiridas en la niñez continúan siendo una poderosa amenaza incluso cuando se ha conseguido un peso menor y más deseable. Las células nunca se desvanecen, y su número determina la rapidez con la que se recuperará el peso una vez se abandone la dieta a la que el individuo se somete.
Actualizado el : 04/05/15