La obesidad infantil y el ejercicio físico no suelen ir de la mano. En el caso de la obesidad infantil, llama la atención como en ocasiones, las madres utilizan la comida como panacea para todos los problemas de conducta de sus hijos dejando de lado el ejercicio físico.
La obesidad infantil y el ejercicio físico, conociendo el problema
Las madres, al ver a sus niños obesos, procuran apartar a sus pequeños del ejercicio físico, exacerbando con ello un modelo de conducta ya bastante peligroso de por sí entre los niños obesos, que se cansan con más facilidad al realizar los esfuerzos físicos y que por tanto tienden a evitarlos.
Los niños y adolescentes obesos tienen una capacidad verdaderamente notable, apunta Mayer, para conservar la energía, y a menudo apenas llegan a moverse una tercera parte de lo que hace un muchacho delgado para realizar una actividad básicamente igual.
Esta negativa al ejercicio físico y a quemar calorías mediante él, les hace aumentar cada vez más su grado de obesidad, y, cuanto mayor es éste, menos inclinación sienten a realizar cualquier tipo de actividad que les requiera un esfuerzo.
Ello explica por qué los niños y adolescentes obesos aumentan de peso comiendo básicamente la misma cantidad y calidad de alimentos que el resto de sus compatriotas delgados. También explica, al menos en parte, que el cuarenta y cinco por ciento de los norteamericanos no hagan ningún tipo de ejercicio físico voluntario: siempre han evitado tal costumbre, ya sea por motivaciones externas a ellos, o bien por su propia tendencia a la pasividad.
Aunque no parezca muy amable hacer recaer la mayor parte de la culpa de la obesidad de los adultos en unas medidas maternales cargadas de buenas intenciones, no creo que andemos muy equivocados al hacerlo.
Una reciente investigación sobre la obesidad infantil, realizada a lo largo de más de un año y que es el estudio más completo realizado a nivel nacional sobre el tema de la nutrición en los Estados Unidos, indica que casi tres cuartas partes de las madres de niños menores de diez años se sienten muy inquietas si sus pequeños no demuestran hambre a la hora de comer.
Una cuarta parte de estas madres utilizan la propia comida —generalmente caramelos o postres cargados de azúcar— como recompensa por comportarse bien y como incentivo para que coman más. Sólo un minúsculo tres por ciento siente la preocupación de si sus hijos no estarán comiendo demasiado.
Este mismo estudio indica que casi uno de cada cinco jóvenes norteamericanos tiene serios problemas de exceso de peso, y lo que es más importante no saben como perder peso.
Esto significa que millones de madres americanas están formulándose cuestiones erróneas acerca de lo que sus hijos deben hacer a la hora de comer.
Artículos actualizado con toda la información sobre la pérdida de peso en edad infantil. Recomiendo la lectura del artículo de Ramón Sanchez Ocaña y los colores que quitan el apetito.