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6 actividades cotidianas para perder peso

A continuación mostramos 6 actividades cotidianas para perder peso de forma natural. Moficar la actividad diaria para incrementar el consumo de calorías es una solución fácil para perder peso.

6 actividades cotidianas para perder peso

6 actividades cotidianas para perder peso.

Haga cada día un recado superfluo, a pie.

Lleve de paseo al perro una vez más de las habituales. O vaya al quiosco del barrio en lugar de recibir en casa el periódico. O salga a desayunar cada día en vez de hacérselo traer a la oficina. La clave de toda forma nueva de ejercicio es integrarle de un modo tan total en la rutina cotidiana que llegue a perder su carácter específico y extraño. Caminar seis travesías dos veces por semana para que le lustre los zapatos el limpiabotas puede ser un ejercicio artificial las primeras veinte veces; luego se convierte en un hábito.

Suba escaleras, sin utilizar medios mecánicos.

Un médico de la Clínica Mayo que acaba de cumplir los sesenta años sigue haciendo su visita diaria a uno de los mayores hospitales del mundo. Es un hombre bien conocido por su humanitaria manera de tratar a los enfermos, por el grado de preocupación que expresa por cada uno, y por el tiempo que pasa en cada visita que hace. También se le conoce bien por la eficacia que demuestra en sus rondas.

La explicación a esta aparente contradicción es que nunca utiliza los innumerables ascensores del hospital; siempre sube por las escaleras, y asciende los peldaños de dos en dos. Muchos de los jóvenes internos al servicio del doctor están sobrados de peso, pero no él, que apenas pesa dos kilos más que cuando ingresó en el hospital hace treinta y seis años.

Donde hay ascensores y escaleras mecánicas, debe haber también, por ley, escaleras fijas. Búsquelas y utilícelas. Subir las escaleras quema el doble de calorías que caminar sobre un piso liso, y subirlas de dos en dos escalones representa un gasto de energía aún mayor. Además,
mejora la capacidad cardíaca y pulmonar de un modo que nunca igualará el simple paseo.

No se siente si puede estar de pie.

Recuerde que el número de calorías que nuestro cuerpo quema se basa en el peso total del cuerpo que debe mantenerse o desplazarse, lo que significa que se queman más grasas de pie, aun si se está quieto, que sentado. Se ha calculado que si uno está una hora más de lo habitual de pie —aunque durante ese tiempo no se dedique a ninguna otra actividad—, se pierde al mes un cuarto de kilo, lo que significa tres kilos al año. Y sólo estando de pie. Si estar quieto le aburre, camine. En las consultas médicas, mientras espera ante el mostrador, cuando va a pagar al supermercado, mientras espera sus maletas en el aeropuerto. Probablemente le servirá para descargar una parte de su tensión, y con total seguridad le hará perder tres kilos o más cada año.

Pase las vacaciones allí donde pueda andar.

Acaba usted de volver de dos semanas de vacaciones, durante las cuales ha abandonado la dieta y le ha dado gusto al paladar; sus pecados calóricos le tienen preocupado. Sube a la báscula de su cuarto de baño… y con gran sorpresa descubre que, no sabe cómo, ha rebajado dos kilos. Es una escena que se repite constantemente, y cuya explicación es verdaderamente simple. A menudo sucede que durante las vacaciones se come más, pero también se tiende a hacer una cantidad mucho mayor de ejercicio. En eso reside la diferencia. Acuérdese de ir de vacaciones allí donde pueda caminar, o bien de caminar allí donde vaya de vacaciones.

Camine lo que habitualmente recorre en automóvil.

Del trabajo a casa, o de la estación a casa. O desde la peluquería, la reunión social o la partida con los amigos. Todo pequeño desplazamiento que realice habitualmente, con preferencia el mismo día de la semana, todas las semanas, sirve para lo que se propone. Cuanto más habituales sean tales actividades, más sencillo le resultará incorporar el paseo a su rutina personal. Pronto aprenderá a ajustar su programa de modo que tenga lugar en él este ejercicio extra, y los demás también aprenderán a ajustarse a esta nueva rutina suya.

Acelere el paso.

El cuerpo quema un tercio más de calorías cuando se camina rápido que cuando se pasea, esto es, cuando se acelera el paso de cuatro a seis kilómetros por hora. Esa leve diferencia puede suponer quemar cientos de calorías más a la semana, miles al mes y al final de un año algún kilo. Una vez extendidos hasta sus límites lógicos los paseos diarios, el siguiente paso es hacerlos más eficaces, es decir, cubrir la misma distancia en un tiempo inferior, y quemar así un número mayor de calorías en el proceso.

Para lograr este objetivo, debe usted mantener un paso más vivo del que está acostumbrado a llevar, tanto si camina por la oficina hasta la máquina fotocopiadora, como si cruza el patio hacia el montón de hojas del rincón, lleva al perro de paseo por la vecindad, o sube a la colina para visitar a los vecinos.

Alargue conscientemente la zancada cada vez que se desplace más de treinta metros en cualquier dirección. El efecto que esto producirá será una aceleración simultánea del paso, lo que automáticamente incrementará su gasto de energía y la cantidad de calorías que consuma. Y cuando sus pies acaben por cansarse y pierda usted el aliento disminuya el ritmo y recuerde que incluso el paseo le hará quemar un número considerable de calorías.