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Una droga sin receta, Propex y Regimen

John André fue uno de los iniciadores de los fraudes en los complementos dietéticos. Comercializó el Propex, supresor del apetito y de dudosa eficacia a no ser que se acompañara de una dieta «recomendada» de 1.000 calorías diarias.

El Propex terminó por hacérsele sospechoso a la Inspección de Correos, cuyos engranajes fueron cerrándose sobre André como antes lo habían hecho sobre su «Crema de belleza Hollywood»(que prometía adelgazar 7 kg. en 30 días), pero no antes de que el infatigable empresario tuviese una nueva idea para un tipo de píldora que confundiría a Correos y lograría la credulidad del público hasta un punto jamás alcanzado antes ni después en la historia de los complementos dietéticos.droga sin receta

La droga sin receta como método para reducir peso

El nuevo producto se denominaba «Régimen», y durante años se convirtió en la droga sin receta más popular de la nación, con unos beneficios netos superiores a los seis millones y medio de dólares al año. Por último, la Inspección de Correos y la Oficina Nacional de Control de Empresas acabaron con el último invento de André.

Como todos los grandes propagandistas—y no era otra cosa—, André valoraba el poder peculiar de la palabra escrita, la autoridad que se confiere automáticamente a las ideas por el mero hecho de que estén en un libro. Sólo los académicos y los escépticos por naturaleza tienen suficiente disciplina para dudar; la mayor parte de los demás leemos para informarnos, dando por sentado lo que se lee por el mero hecho de que esté escrito.

A menudo nos hallamos mal preparados para desafiar la palabra de una persona que se proclama autoridad en determinado tema, sobre todo si sus citas están disfrazadas con una jerga seudocientífica. Por lo general, estamos siempre inclinados a aceptar así las cosas en todos los órdenes de la vida. Y cuando la voz de la autoridad se eleva con la suficiente convicción y dice exactamente lo que la audiencia desea escuchar, la credulidad sustituye al sentido común.

Era precisamente esta combinación de factores lo que convertía las increíbles exageraciones de André y su «Régimen» en plausibles a los ojos de millones de lectores.