En primer lugar, el azĂșcar refinado le hace engordar con mĂĄs rapidez que cualquier otro alimento, incluso que los azĂșcares naturales, los aceites o las grasas. La razĂłn de ello estĂĄ en que el azĂșcar refinado es la Ășnica materia bĂĄsica nutritivamente pura de la dieta; no contiene otra cosa que calorĂas en forma de hidratos de carbono simples, mientras que todo otro producto, incluidos los hidratos de carbono complejos, tienen al menos indicios de otros elementos nutrientes.
En segundo lugar, el azĂșcar, al igual que la sal, es un sabor adquirido por la costumbre.
Todo lo que debe saber sobre el azĂșcar.
Consumimos mĂĄs del que necesitamos, y nos hemos acostumbrado desde temprana edad al sabor dulce, lo que nos convierte en adictos permanentes a Ă©l. El proceso comienza con los primeros alimentos sĂłlidos que toma el niño, muchos de los cuales estĂĄn endulzados por el fabricante, mĂĄs para halagar el paladar de los adultos que el de los niños. Se basa en nuestra tendencia a los brebajes azucarados. Unas costumbres tan profundamente arraigadas y unas preferencias tan firmemente asumidas son prĂĄcticamente imposibles de reducir en la edad adulta, pero sĂ que es posible para cualquier adulto destetarse de una dependencia excesiva del azĂșcar.
En tercer lugar, toda dieta que contenga gran cantidad de vegetales y frutas no sĂłlo serĂĄ de bajo contenido en calorĂas, sino tambiĂ©n en azĂșcares refinados. La madre, tĂa o abuela que, hace años, le decĂa que las verduras eran buenas para usted, pero que no le contĂł que tambiĂ©n podĂan tener buen sabor, posiblemente no vio la necesidad de mencionar que lo contrario tambiĂ©n podĂa aplicarse al azĂșcar. Recuerde, si no, que el acercarse a las confituras y dulces le valĂa la advertencia, como mĂĄximo, de que si comĂa demasiados de aquellos productos podĂan sentarle mal. El valor de los vegetales, incluida la patata, es que contienen azĂșcares naturales, y que si se ingiere una dieta con el contenido suficiente de hidratos de carbono complejos, el cuerpo ya recibirĂĄ todo el azĂșcar que necesita, sin que sea necesaria la adiciĂłn de cantidad alguna de azĂșcar refinado.
El ingrediente principal de muchos estadios del procesado de alimentos es el azĂșcar, que no sĂłlo se añade a las frutas sino a todo tipo de vegetales, al pan, a las salsas y a las sopas de sobre. El hecho de que los azĂșcares y las grasas sean los principales edulcorantes de la naturaleza explica que los alimentos altamente procesados adquieran su sabor tan atractivo. TambiĂ©n explica el por quĂ© acostumbran a ser el principal saboteador de los buenos deseos de todo individuo que se somete a un rĂ©gimen sin sospechar lo que come. Los granos cocidos, en cambio, son una bendiciĂłn para el que es consciente de lo que come, pues su proceso y preparaciĂłn se efectĂșa, habitualmente, sin la adiciĂłn de azĂșcar refinado, y pueden servirse y comerse con un mĂnimo de azĂșcar adicional.
Por Ășltimo, la mayor parte de las tonterĂas que han visto la luz en el campo de la nutriciĂłn y la dietĂ©tica se centran en el contenido de azĂșcar en pasteles, galletas, caramelos, colas y dulces, los mismos productos que, antes considerados complementarios de una comida equilibrada, han tomado ahora el lugar de privilegio en las dietas modernas, desplazando a frutas, verduras, granos integrales y fibras naturales.
Como resultado, ahora nos vemos cantando las excelencias naturales del azĂșcar moreno, sin advertir que es un tipo de azĂșcar refinado en un 99%, sĂłlo un 1% menos que el azĂșcar blanco que hemos aprendido a considerar como el Ășnico gran enemigo. Asimismo, valoramos altamente las virtudes de la miel, edulcorante que el cuerpo es incapaz de distinguir del azĂșcar refinado y que tambiĂ©n es igualmente causante de la caĂda de los dientes.
Muchas veces sucumbimos a los engaños de los manipuladores de alimentos que nos prometen ahorros calĂłricos inconsecuentes en nuestras comidas favoritas de alto contenido en calorĂas. Tales ahorros son generalmente modestos, de unas pocas calorĂas, o unas cuantas decenas, en comparaciĂłn con los miles que ingerimos al dĂa y que al final no representan ahorro de ningĂșn tipo, pues estimulan el consumo de alimentos de alto contenido calĂłrico y de este modo reprimen el desarrollo de costumbres alimentarias consecuentes. A la pregunta de quĂ© comer, cuando se es obeso, no se responde con galletas dietĂ©ticas, cada una de las cuales contiene 100 calorĂas, sino con una manzana, que sĂłlo contiene setenta.