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Terapia anticelulítica

Tras exponer todo lo que antecede, no constituirá una sorpresa enterarse de que la terapia anticelulítica incluye entre sus componentes una dieta alimenticia, en este caso un régimen del que desaparecen por completo los hidratos de carbono, productores de cetosis y en consecuencia de deshidratación.

Con este régimen, naturalmente, las víctimas de la celulitis (como éstas han aprendido a llamar al exceso de peso) pierden peso de manera global, tanto del pecho que admiran como de las caderas que aborrecen.

Al fin descubren que están participando, a muy alto precio, con incomodidades y con riesgos no pequeños para la salud, en una dieta estilo Banting, casi invisible bajo la panoplia de máquinas casi salidas de la ciencia ficción.

 

Terapia anticelulítica

Terapia anticelulítica y dieta

Lo único que sacarán en consecuencia, una vez descartadas las compresas de parafina, finalizadas las inyecciones, desconectado el Diapulse y deshinchadas las bolsas de aire, es que ésta tampoco es la solución del rompecabezas de la obesidad.

En efecto, como ha advertido una y otra vez la Asociación Médica Americana, no hay preparación farmacéutica alguna, entre todas las que sea posible conseguir en el mercado sin receta médica, que sea capaz de curar la obesidad exógena: ni las píldoras «Régimen», ni Ayds, ni GCH, ni los «enzimas difusores de la grasa». La A.M.A. advierte que «no se malgaste el dinero en caramelos, chiclés o cigarrillos “medicinales”, dietas de ayuno, tónicos o demás tonterías», pero, pese a ello, millones de americanos no prestan oídos a tales palabras.

Ante los cantos de sirena del promotor, cuyo tono es prometedor y sugerente, ignoran la voz sombría de la lógica y la razón médica.

Cuando la A.M.A. afirma que los complementos dietéticos que no necesitan receta médica son inútiles en el tratamiento de la obesidad, no es que dicha asociación afirme que toda droga con receta médica dedicada a la pérdida de peso sea, por este solo hecho, recomendable.

De hecho, durante un tiempo, a principios de los sesenta, pareció que se había logrado resolver la cuestión de qué añadir a la dieta para conseguir una pérdida de peso. Durante generaciones, la única prescripción para reducir peso fue comer menos, pero luego apareció la dieta a base de píldoras.