Saltar al contenido

No se abstenga de picar

La sugerencia «no se abstenga de picar», puede parecer la más radical de todo lo que se ha expuesto. Puede también resultar la más eficaz. Los expertos no comprenden todavía bien el por qué, pero sucede que los bocados ingeridos una hora aproximadamente antes de la comida reducen la sensación de hambre durante la misma.

No se abstenga de picar

No se abstenga de picar.

Al parecer, el mero acto de ingerir algún alimento, combinado con la absorción de cierta cantidad de calorías, por mínima que sea ésta, actúa como depresor del centro de sensación de hambre del cerebro. Como resultado de ello, uno se sienta a la mesa con el glucostato activado artificialmente, y consigue la misma sensación de saciedad con una absorción real menor de alimento.

Si decide usted comer entre horas, convierta esa decisión en una parte habitual de su rutina. Coma a una hora determinada del día, pongamos por caso justo antes de salir o dar el paseo cotidiano de la tarde, y utilice la excusa de este bocado para servirse menos cantidad de comida la siguiente vez que se siente a la mesa.

Lo que acabamos de proponer es, sin identificarlo como tal, un ejemplo de cómo puede aplicarse el Plan Magistral a casi todos los problemas de peso. Al convertir la ingestión de un bocadito entre horas en una parte de la rutina cotidiana, y al convertir un modelo de comportamiento profundamente arraigado en su conducta y pernicioso para su salud en otro nuevo y beneficioso, está usted empleando la modificación de la conducta como corrector de sus hábitos alimentarios.

Al escoger un bocado de los que le recomienda el recuadro a que nos acabamos de referir, se está sustituyendo un alimento de alto contenido calórico por otro más nutritivo y a la vez menos cargado de calorías, al tiempo que refuerza en el proceso el mejoramiento de sus hábitos alimentarios y nutritivos.

Al combinar el bocadito —una recompensa— con el paseo de la tarde, está usted haciendo del ejercicio una parte agradable de la jomada, que se espera con alegría y se realiza con satisfacción. Por último, al utilizar el mismo bocado como una forma suave de castigarse, se está prohibiendo un exceso de calorías durante la comida, al tiempo que disminuye la cantidad que ingiere en cada colación.

Esto es sólo un ejemplo —admitamos que sólo teórico— de cómo pueden combinarse los elementos del Plan Magistral para lograr un programa eficaz y coherente con vistas a una reducción de peso permanente a largo plazo.

El único programa con posibilidades de tener éxito es el que usted mismo diseñe según sus propias circunstancias, hábitos alimentarios, respuestas condicionadas, manías peculiares con los alimentos y preferencias dietéticas.

Las sugerencias contenidas en este último capítulo son muchas, las posibles combinaciones eficaces son incontables, y las oportunidades de que dé resultado serán las que usted quiera que se den. Vuelva ahora al principio del Plan Magistral y comience a escoger. No tenga miedo al experimento, no tema fallar.

Existen tantas soluciones al rompecabezas de la obesidad como gente con problemas de peso. En algún lugar de estas páginas encontrará una solución que cuadre con sus condiciones personales.