Quiero perder peso, es la afirmación que probablemente muchos se planteen en este instante. Si tal decisión es firme, el individuo debe hacerse todavía unas cuantas preguntas más. La primera, que requiere algunos conocimientos de dieta y nutrición es: ¿Puedo llevar a término un régimen con garantías de éxito? Cabe decir que todo el mundo es capaz de ello, pero que unos van a verse en muchas más dificultades que otros para conseguirlo.
“Estoy decidido a cuidarme y quiero perder peso”
Jean Mayer, que dirigía la escuela universitaria de Salud Pública en Harvard antes de asumir la presidencia de Tufts, acostumbraba decir que las chicas de dedos largos y huesudos nunca engordarán. Es una afirmación fácilmente comprobable, pero no debe tomarse al pie de la letra, sino como muestra para entender el papel que desempeña la herencia genética en la obesidad.
Según Mayer, es un punto crítico para cualquier persona el descubrir que es obesa, pues “las personas que son obesas cuando jóvenes tienen una tendencia mucho más acusada que los adultos a preocuparse obsesivamente de su gordura y a considerarla como una vergüenza, en vez de un problema médico que puede solucionarse con métodos muy sencillos”.
Naturalmente, además, acostumbran ser los que con más frecuencia han fracasado en sus intentos por controlar el peso en el pasado, y en tales casos el fracaso anterior llama a un fracaso futuro.
Todas las pruebas parecen sugerir que Mayer acierta en su pronóstico: cuanto más tiempo se lleva en la obesidad, más difícil resulta deshacerse del exceso de peso; los que tienen problemas de peso desde la infancia son los que más difícil lo tienen.
Un tercio de los adultos obesos ya lo eran cuando niños, y más de un ochenta por ciento de hijos de obesos crecen también como sus padres. (Hay varias razones que avalan lo anterior, unas físicas, otras psicológicas y otras puramente circunstanciales, como descubriremos en próximos artículos.)
Mayer considera tan poco prometedora la perspectiva de una reducción considerable de peso en un obeso crónico que llega a afirmar tajantemente que “las dietas y la voluntad son prescripciones inútiles para los millones de personas que han sido obesas desde su infancia”.