Saltar al contenido

Quién esta gordo, preguntas y respuestas

¿Quién está gordo? No todos nosotros, naturalmente, aunque si las cifras del Departamento de Sanidad, Educación y Bienestar estadounidense son medianamente veraces —es decir, si el norteamericano medio pesa nueve kilos más de lo que debería y la mujer norteamericana diez—, no cabe duda de que más de la mitad de los habitantes de los Estados Unidos están gordos.

Quién esta gordo

Definiciones más corrientes del peso para saber quién esta gordo

Si tenemos en cuenta que las definiciones más corrientes del peso “normal” ya se muestran generosas —y si pensamos que muchos médicos no consideran a sus pacientes clínicamente obesos a no ser que superen al menos en un diez por ciento el “promedio normal” más alto para su edad y altura— cabe suponer razonablemente que el número real de norteamericanos con serios problemas de peso es mucho más elevado de lo que se estima en cualquier encuesta oficial.

Estas encuestas evalúan en más de un treinta por ciento los adultos norteamericanos con problemas de obesidad, lo que viene a representar un mínimo de cincuenta o sesenta millones de obesos y obesas sólo en los Estados Unidos.

Y todavía habría que añadir a esta cifra de adultos varios millones más —los recién graduados universitarios, los recién casados, las embarazadas, los recién divorciados, los que sufren recientes depresiones—, que son personas que acostumbran aumentar cinco, siete o hasta diez kilos no deseados.

Así se justifica la declaración de Anne Scott Beller en Fat and Thin, a Natural History of Obesity, según la cual adelgazar es la preocupación diaria de un setenta por ciento de los estadounidenses.

¿Quién es gordo? Los hijos de padres gordos son gordos. El cuarenta por ciento de los niños uno de cuyos dos progenitores es obeso son también obesos, y la cifra de niños obesos hijos de padres que ambos lo son alcanza un impresionante ochenta por ciento. Naturalmente, se trata de una de las cifras más dolorosas entre todas las referentes a la obesidad, pues esos niños serán invariablemente gordos cuando crezcan.

Una cifra menor a uno de cada cinco logra evitar la obesidad durante su vida, y los que lo consiguen suelen verse condenados a una dieta ascética durante casi toda la vida. Como advertía el profesor Mayer: “La gente puede controlar el peso, y no ha de verse arrastrada necesariamente por su genotipo”.

Sin embargo, estos niños ya marcados por una herencia genética tendente a la obesidad, esos adultos obesos aprisionados en cuerpos delgados, cuya tendencia natural pugna por hacerse visible a cada momento, se ven obligados a pagar un terrible tributo, pues están condenados, quizá desde el mismo momento de la concepción, a un ayuno perpetuo, a una lucha sin desmayo contra su genotipo.