Cuatro consejos para planificar una nueva rutina alimenticia para perder peso.
Efectúe lentamente los cambios que introduzca en su rutina.
Si está habituado a tomar a media mañana un bocadillo de pan blanco con embutido y mayonesa, le resultará difÃcil prescindir de tal práctica de un dÃa para otro. Mucho más fácil le resultará eliminar este bocadillo, ahora insustituible, si durante una temporada va rebajando su composición.
Primero, puede reducir a la mitad la cantidad de mayonesa que le pone, luego eliminar una de las rebanadas de pan, después sustituir el embutido por otro producto menos calórico y, por último, cambiar el pan blanco por pan de salvado.
Lo importante es que el cambio se produzca de manera gradual, pues en ello reside su efectividad. Recuerde que todo programa de alimentación que pretenda el éxito, es decir, que pretenda conseguir un adelgazamiento permanente, se basa en la modificación de los hábitos alimentarios, además del ejercicio fÃsico.
Huya de todo producto que le tiente demasiado, o haga que le resulte menos atractivo.
Sale los pasteles y endulce las patatas. Cuando dejen de tener ese sabor que tan agradable le resulta, dejarán también de representar una amenaza tan poderosa contra sus intentos por adelgazar., Esto es de especial aplicación a sus comidas favoritas, que ejercen los efectos externos más potentes sobre nuestros sentidos.
Un joven con especial pasión por los purés de patata instantáneos se curó a sà mismo su particular afición añadiendo al puré un colorante para alimentos azul, verde o rojo.
Cuando se sienta disgustado, beba agua.
Ningún estÃmulo externo es tan poderoso y tan universalmente amenazador para el que pretende seriamente adelgazar como el disgusto. Las personas presentan distintas reacciones a la tristeza o a la alegrÃa, que les llevan desde una glotonerÃa incontrolable a una anorexia patológica, pero la respuesta más extendida a los estados de irritación y de ira es un exceso de alimentación.
Si recoge usted un registro detallado de sus hábitos alimentarios durante unas cuantas semanas descubrirá que eso es cierto. Poco se puede hacer por evitar lo que de irritante tiene la vida cotidiana, pero lo que sà puede cambiarse es su manera de responder a estas influencias. La única respuesta libre de calorÃas y fácil de conseguir es el agua.
Planifique sus errores.
Por razones que ningún psicólogo puede explicar del todo, los deslices ocasionales son un método de reforzar los hábitos adquiridos recientemente, en lugar de destruirlos. El mero hecho de que usted aprenda a reconocer cuándo «se engaña» a sà mismo es un indicativo de que ha aprendido a distinguir el modo correcto de comer del incorrecto.
Ya sabe usted la respuesta a la cuestión de qué comer, incluso cuando opta por ignorarla de vez en cuando. Usted sabe cómo escoger, aunque escoja lo indebido.