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Perder peso y volumen, básico en nuestra sociedad

Perder peso y volumen se ha convertido en algo muy importante en nuestro ámbito social alcanzado un grado sin precedentes en la historia de la humanidad. Hemos convertido esta preocupación obsesiva en algo que se aproxima a una locura general debida a las dietas.

Perder peso y volumen

Las estadísticas informan que buena parte de la sociedad necesita perder peso y volumen

Estadísticas recientes señalan que por lo menos setenta y nueve millones de norteamericanos están por encima de su peso ideal y que unos cincuenta y dos millones siguen un régimen o piensan iniciar uno.

En pocas palabras, los Estados Unidos son una nación de impetuosos partidarios del régimen, propensos a periódicos arrebatos de ayunos sistemáticos y autocastigos destinados a lograr —y mantener— una pérdida de peso importante.

El hecho de que pocos de los que lo han intentado hayan tenido éxito es algo que puede atestiguar cualquiera que haya emprendido alguna vez uno de tales regímenes, pero que muchos lo siguen intentando, a pesar de anteriores fracasos, queda demostrado por el hecho de que la industria de los métodos de adelgazamiento se ha convertido en un negocio que mueve miles de millones de dólares en Estados Unidos.

La persona que se somete a un régimen alimenticio para lograr una importante reducción de peso debe tener en cuenta la notable capacidad del cuerpo humano para mantenerse en un peso estable. Los mecanismos que regulan el cuerpo son de tal precisión que las diferencias entre la ingestión de calorías y el gasto de energías raramente varían más del 0,05 por ciento, sea la persona obesa o delgada, joven o adulta, activa u ociosa.

Es relativamente fácil decantar este delicado equilibrio del lado del aumento de peso, ya sea comiendo más o bien reduciendo la actividad física. Se ha calculado, por ejemplo, que un individuo aumenta dos kilos al año sólo con dejar de realizar diez minutos de ejercicios físicos cada día.

Asimismo, se ha estimado que un simple pastelillo de chocolate diario, por encima de lo que el cuerpo necesita, puede representar hasta dieciocho kilos de aumento de peso al cabo del año. Pocos obesos llegan a consumir tantos pasteles, pero muchos comen por encima de sus necesidades calóricas y hacen menos ejercicio del que debieran.

Así es como llegan a descubrir, a menudo demasiado tarde, que el equilibrio del metabolismo corporal, tan fácil de inclinar hacia el aumento de peso, resiste denodadamente a los esfuerzos por conseguir una reducción del mismo. Si disminuye la ingestión de calorías, también decrece el gasto de energías, convirtiéndose así la dieta en una tarea ardua, desagradable y a menudo infructuosa.