Con todo lo que se conoce en la actualidad acerca de los peligros de toda dieta de alto contenido proteínico y bajo contenido en hidratos de carbono, parece lógico que los esfuerzos de los investigadores se encaminaran en otra dirección para resolver el rompecabezas de la obesidad.
En cambio, lo que encontramos es, una vez más, la antigua dieta Banting bajo un nuevo disfraz. En su encarnación más reciente —y, por lo que se cuenta, la más peligrosa—, ha aparecido la denominada dieta de proteínas líquidas o, con más propiedad, «ayuno modificado de ahorro de proteínas».
La dieta de proteínas líquidas, poco recomendable para la salud
Esta dieta de proteínas líquidas, que ha sido creada por el doctor George Blackburn, profesor adjunto de cirugía de la escuela médica de Harvard y director del Servicio de Nutrición del New England Deaconess Hospital de Boston, fue en principio aplicada como alimentación complementaria de los pacientes críticamente enfermos.
Blackburn demostró que pequeñas cantidades de proteínas dietéticas «ahorraban» depósitos de proteínas en el cuerpo de pacientes que ayunaban, y que este tipo de alimentación presentaba muchas ventajas sobre la administración de pequeñas cantidades de hidratos de carbono en las mismas circunstancias.
Su entusiasmo respecto al ayuno modificado de ahorro proteínico se detuvo en aquel punto; fue un osteópata de Pennsylvania, llamado Robert Linn, quien popularizó el uso de proteínas líquidas para el tratamiento de personas obesas, aunque físicamente sanas.
En su forma más estricta, la dieta de proteínas líquidas consiste en no ingerir otra cosa que fluidos sin azúcar (agua, té helado sin endulzar y bebidas de régimen) con 150 a 200 gramos de una fórmula preparada a base de aminoácidos, colágeno y una proteína fibrosa extraída de tejidos animales que no contiene más allá de 300 calorías y que se presenta en forma de jarabe con sabor a frutas.
Según la Food and Drug Administration, la mayor parte de dichos productos son sustancias de base gelatinosa y de «valor nutritivo extremadamente bajo». Algunos de tales preparados están reforzados con cierta cantidad de aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales, pero en su mayor parte son totalmente incompletos desde el punto de vista nutritivo. Además, resultan muy caros.
Linn afirma que su régimen de proteínas líquidas permite una reducción de peso de nueve kilos por semana, y no hay razón alguna para dudar que sea cierto. Como esta fórmula no contiene ningún tipo de hidratos de carbono, tiene un fuerte componente cetógeno, que produce la pérdida de agua y de masa muscular con la que ya nos hemos familiarizado.
Puesto que además restringe al paciente a una ingestión de 300 calorías diarias, muy por debajo de las 800-1.000 que es el nivel mínimo recomendado por la mayor parte de expertos en nutrición, produce una pérdida de tejido adiposo comparable a la que se consigue en una dieta de seminanición. En fin, es una recopilación de lo peor de ambos mundos, y de los peores efectos secundarios de ambos.
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