La obesidad infantil se ve influenciada por diversos, y el primero de ellos, la herencia, es al mismo tiempo el más discutido y el más inmutable.
La herencia, factor clave en la obesidad infantil
El doctor Mayer ha mantenido durante mucho tiempo que la herencia genética desempeña un papel clave para determinar quién será obeso, y respalda su afirmación con el resultado de varios estudios realizados sobre gemelos idénticos, que por regla general no llegan a alcanzar una diferencia de peso superior a los dos kilos durante toda su vida.
Los hermanos del mismo sexo, en cambio, presentan habitualmente diferencias de peso del orden delos cinco kilos o más. Naturalmente, podría argumentarse hasta cierto punto que los gemelos son personas con experiencias similares, que crecen en el mismo ambiente familiar y que reciben aproximadamente la misma cantidad de alimento.
Sin embargo, el doctor Mayer ha estudiado también a muchos gemelos idénticos que han crecido separados el uno del otro, y ha descubierto que sus pesos no llegan a variar más de un cuatro por ciento, incluso cuando los ambientes en que se han desarrollado difieren considerablemente.
Otros estudios, dirigidos por el doctor Stanley M. Garn, del Centro de Crecimiento y Desarrollo Humano de Ann Harbor, Michigan, contradicen abiertamente a Mayer en este punto. Garn afirma rotundamente que “la obesidad familiar presenta pruebas de ser producida por al aprendizaje, y no determinada simplemente por los genes”.
En cierto modo, tal afirmación constituye una buena noticia para los obesos, que de este modo no deben considerarse predestinados a la obesidad sin remedio. Sin embargo, desde otro punto de vista puede representar muy mala noticia, pues la fuerza de las costumbres adquiridas es casi tan poderosa como la predestinación de la herencia.
Si Garn tiene razón, el hombre delgado que no logra romper los muros de obesidad que le mantienen encerrado, no puede culpar a sus genes de su impotencia.
