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La mejor dieta de nuestros tiempos

La mejor dieta no es otra que nuestra capacidad, al parecer limitada de engañarnos a nosotros  mismos. La afirmación tiende a dar lugar a malos entendidos, así que expliquémosla más a fondo.

La mejor dieta

En busca de la mejor dieta

Hemos escuchado las palabras del doctor Gastineau y sus colegas —“las grasas provienen sólo de las comidas, y la obesidad sólo es el resultado de comer más de lo que se requiere para satisfacer las necesidades energéticas del cuerpo”— y pese a todo nos sentimos inclinados a no creerlas.

Tan grande es nuestro deseo de no creerlas y tan fuerte nuestra convicción de que la obesidad no es sino un rompecabezas a la espera de una solución —solución en forma de una nueva píldora milagrosa, de una nueva dieta rápida o de una nueva combinación de vitaminas y ejercicio—, que una y otra vez nos suscribimos a todos los programas de reducción de peso que caen en nuestras manos.

Recordemos, por ejemplo, la tormenta de controversias que se ganó la decisión de la Food and Drugs Administration, al imponer la prohibición parcial sobre la sacarina, un producto del que se sospecha puede producir cáncer y que se utiliza como edulcorante en las bebidas ligeras dietéticas.

Uno se pregunta si los norteamericanos habrían vociferado y protestado tanto para que se mantuviera un producto tan sospechoso como éste en las estanterías de los supermercados, si se hubiera anunciado que un aditivo de las comidas preparadas para perros había resultado sospechoso de causar cáncer en las ratas.

Es bien sabido que los norteamericanos se muestran notoriamente solícitos respecto a sus animales de compañía, muchos de los cuales engordan tanto a base de una dieta continuada de sobras de comida que deben ser puestos a regímenes periódicos de pérdida de peso.

La industria de alimentos para perros, que ha tenido un crecimiento excepcional durante la última década al sacar al mercado “comidas” de alto contenido proteínico y saturadas de grasas —y de un valor nutritivo más que dudoso—, ha presentado recientemente una línea de alimentos de régimen para animales domésticos sobrealimentados y obesos.

Nos cuesta imaginar a los amantes de los animales ofreciéndoles deliberadamente una dieta cargada de productos potencialmente cancerígenos. Sin embargo, estos mismos consumidores —y muchos millones más, aunque no posean animales— se muestran perfectamente dispuestos a aceptar tales riesgos en sí mismos, en su propia salud, para no sacrificar la ilusión del azúcar refinado en sus bebidas sin endulzar.