Una cosa que John André (uno de los iniciadores de los fraudes en los complementos dietéticos) comprendió, casi como nadie lo había hecho hasta entonces, y cuando el desarrollo de su negocio todavía estaba en sus primeros estadios, fue el tremendo poder de la televisión como instrumento para aumentar las ventas.
Las recomendaciones profesionales fraudulentas lanzaron el «Régimen», pero fue la televisión la que mantuvo a flote el producto. En el programa «Hoy», que en 1959 dirigía Dave Garroway, aparecieron una serie de mujeres, desde jovencitas adolescentes hasta mujeres de edad madura, la mayor parte de las cuales eran amas de casa con problemas de obesidad.
El primer reality de una dieta en televisión
Estas mujeres participaron en lo que quizás ha sido la dieta en televisión más pública de la historia, pues incluía una comprobación semanal de peso en un programa de televisión realizado en directo y seguido por millones de personas. ¿Quién podía poner en duda la eficacia de tal dieta cuando sus resultados eran una especie de registro público? Se trataba de mujeres normales, dedicadas a labores normales, que estaban disputando la eterna batalla del ama de casa, y ganándola, gracias a la extraordinaria píldora que obraba maravillas.
Sus testimonios indicaban que estaban comiendo lo que les apetecía, sin seguir dietas estrictas o restrictivas, y sin embargo perdían peso de una manera continuada. La diferencia, como todas se encargaban de remarcar después de cada pesaje, estaba en «Régimen», que reducía la sensación de hambre sin producir efectos secundarios desagradables.
En 1959, André gastaba cerca de cuatro millones de dólares anuales en anuncios de sus varios complementos dietéticos y de salud, pero no había cantidad de dinero que pudiera compensar la propaganda que Garroway y sus colegas le realizaban gratuitamente en el programa de televisión «Hoy», ni respaldo de profesionales de la medicina que le resultara de más valor.
Lo único que Garroway y los suyos ignoraban era que todas las «amas de casa normales» de André eran actrices profesionales, y que sus espectaculares pérdidas de peso no tenían nada que ver con «Régimen», sino que se debían a que voluntariamente se sometían a una dieta que rayaba en el ayuno total. Su aparente buen ánimo y su brillante estado de salud, así como su tributo de admiración a los milagrosos poderes de «Régimen», no eran sino una ilusión teatral, dirigida y producida por John André.