Distintos tipos de dietas son las que llevan a cabo millones de personas en todo el mundo. Observemos, por ejemplo, el caso nada frecuente que publicó recientemente el Washington Post acerca de una mujer de Filadelfia, de cuarenta y ocho años, que se había sometido a regímenes de un tipo u otro desde la edad de once años.
Toda una vida llevando a cabo distintos tipos de dietas
En esos treinta y siete años su peso no había superado nunca los ochenta y tres kilos, llegando a bajar en ocasiones hasta los cincuenta y seis. Según sus propios cálculos, había logrado controlar un total de ciento setenta kilos de exceso, a un precio total de 14.288 dólares, con un promedio de 84 dólares por kilo.
Cuando se le realizó la entrevista, acababa de romper con veintisiete años de dependencia respecto a dietas basadas en anfetaminas y de reducir trece kilos con un régimen de reducción rápida de proteínas. Según sus declaraciones, estaba empezando a recuperar el peso que había perdido en su última dieta, la vigésima que intentaba en unos veinte años.
Unos cuarenta millones de norteamericanos, de los cuales dos tercios son mayores de cuarenta años, con mayoría de mujeres, tienen serios problemas de obesidad.
El norteamericano obeso emprende un promedio de tres regímenes serios cada dos años, cada uno de los cuales suele durar de uno a tres meses. Esto supone un promedio de quince programas de régimen entre los 21 y los 50 años, y viene a significar que estos norteamericanos pasan por lo menos una cuarta parte de sus vidas comiendo alimentos no apetitosos, faltos de atractivo y, con demasiada frecuencia, nada nutritivos.
Como es obvio, si el primer programa resultara eficaz, los restantes catorce serían innecesarios.
El hecho de que sean necesarios, de que tantos norteamericanos se sometan a regímenes a intervalos más o menos regulares desde la adolescencia hasta la última época de la madurez, es en sí mismo una condena, no sólo de los hábitos alimenticios de esa nación, sino también de la eficacia de la medicina moderna para enfrentarse a lo que se reconoce ya como el principal problema sanitario del país.