Actualmente, el pueblo desconfía de los comedores voraces, no se fía de los obesos; pues parece que su hedonismo les aparta de la deseable pureza en la gestión pública. Los políticos han de ser entecos y vestir en tonos oscuros; a ser posible azul, y desde luego no deben fumar, al menos públicamente.
Pero esas exigencias se van extendiendo poco a poco y ya vamos poniendo reparos a que nuestro jefe; si lo tenemos, se aparte del modelo imperante. Decía Fernández Flórez que “el hombre gordo opone a toda proterva pasión su tocino; como a la fuerza de las antiguas granadas se oponían los blancos colchones en las ciudades batidas por la guerra”.
Es decir, que el obeso no se apasiona, no participa más que en sus propias necesidades y si es verdad que no concibe la maldad en las personas entradas en carnes, tampoco, según ciertas clasificaciones; por simplificadoras falaces, es pensable la caridad, la generosidad y a veces incluso ni siquiera la inteligencia.
Características al Comer
Parece, no obstante, que si nos preocupamos de analizar la forma de comer de las personas de nuestro entorno; podríamos establecer algunas premisas caracterológicas muy reveladoras.
Si usted en su lectura ha llegado hasta aquí, creo que hemos establecido una amistad importante. Ya ha comprendido que me guía el afán de conservar la salud, pero nunca restando libertad; por eso he procurado eludir palabras y conceptos prohibicionistas y he intentado, fundamentalmente, divulgar las cuestiones dietéticas más importantes.
Conociendo las premisas de la nutrición estaremos en disposición de iniciar una alimentación satisfactoria. Si tenemos presentes los peligros que ciertas costumbres comportan, podremos, libremente, elegir la actitud más adecuada.
Una vieja costumbre española nos obliga a invitar a comer a cuantos se acercan. “¿Ustedes gustan?”, frase tras la que llega el lapidario “que aproveche” lo que indica un deseo absolutamente práctico y, por descontado, una especie de conocimiento ancestral de lo que ocurre tras la ingesta, pues aprovechar es llevar la acción nutriente a sus últimas consecuencias.
Son los franceses los que desean buen apetito, frase que sugiere quedarse sólo en el paladar, en el placer, sin considerar para nada la imprescindible acción nutricional.
Estas consideraciones no deben ser juzgadas —eso creo— apresuradamente, pues si bien es cierto que en determinadas actividades los españoles parecemos más etéreos, en cuanto a la comida tenemos las cosas muy claras.
Clasificación según la Cultura al Comer
Y si podemos clasificar a las personas por sus comportamientos en la mesa, de la misma forma podríamos estudiar a los pueblos; al menos de forma básica, pues en la actualidad la facilidad de los desplazamientos y la influencia de los medios de comunicación han cambiado mucho las costumbres.
Los actuales viajeros, sobre todo los estadounidenses, en lugar de probar las ricas cocinas, de complicada elaboración y viejas raíces, prefieren actuar sobre seguro y comen en las hamburgueserías que lleven el sello patrio.
La figura del viajero romántico, tipo Camilo José Cela, tiende a desaparecer, se cambia la aventura gastronómica; ciertamente enriquecedora, por la seguridad, l economía y la rapidez, lo que, definitivamente, va en contra de la cultura y de la salud.
Los restauradores actuales aguzan el ingenio para ofrecernos platos, cocinas tradicionales y las necesarias innovaciones; y es de desear que ganen la batalla a quienes dejándose llevar por el brutalismo fabrican comida de manera industrial, en esa triste masificación a la que está llegando nuestra sociedad.
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