Las vitaminas se pueden clasificar fundamentalmente en dos grandes grupos: vitaminas liposolubles (que se disuelven en las grasas); como las A, D, E, F y K; y vitaminas solubles en agua, entre las que están las del complejo vitamínico B, C y ácido pantoténico.
Para mantener y mejorar la salud, la dieta debe contener todas esas vitaminas en la cantidad adecuada. Si alguna escasea en el organismo; las reacciones que dependen de ella no podrán llevarse a cabo y aparecerán problemas con distintas consecuencias.
Cuando en el organismo se agotan todas las reservas de alguna vitamina, aparecerán síntomas muy claros que se identificarán fácilmente con las enfermedades asociadas a estas carencias. Sin embargo, las deficiencias parciales de vitaminas disminuyen sólo una parte de la capacidad del organismo, apareciendo síntomas más difusos que pueden ser un aviso de esta carencia.
Hábitos que Reducen el Nivel de Vitaminas
Existen ciertas etapas de la vida en las que la falta de vitaminas puede traer mayores riesgos, como ocurre con los niños y adolescentes, mujeres embarazadas, ancianos, fumadores y bebedores, así como las personas con regímenes especiales. En estas circunstancias, y siempre por indicación médica, a veces se hace necesario un aporte «extra» de vitaminas. Los bebedores y fumadores tienen menores cantidades de vitamina C que las personas sin estas costumbres.
Un fumador medio reduce el nivel de vitamina C alrededor de un 20%; y si se trata de un gran fumador, este nivel desciende hasta un 40%o. El alcohol interfiere la absorción de ciertas vitaminas, como la C, B1 y B6, lo que unido al poco apetito que acompaña al bebedor y por tanto la pequeña ingestión de alimentos que realiza al día, puede presentar con facilidad carencias vitamínicas importantes. Las principales fuentes de vitaminas para el organismo son los alimentos de origen vegetal y sus derivados.
Así, las del complejo B las encontramos en carnes, huevos, quesos, cereales; la C en los cítricos; la A se encuentra en zanahorias, verduras, hígado, leche; la D en los derivados lácteos; la E en los cereales y la K en el tomate y las verduras.
Como Conservar las Vitaminas en los Alimentos
Con frecuencia, cometemos algunos errores al «tratar» los alimentos, porque reducimos su contenido vitamínico. El cuchillo debe manipularse con moderación, dado que la mayor parte de las vitaminas se encuentra en la parte exterior de los alimentos. «Pelar ciertos alimentos es regalar a la basura lo mejor de su contenido.»
Ocurre que ciertas vitaminas se afectan y alteran en contacto con el aire y la luz, por lo que conviene no trocea en exceso las frutas y verduras; tampoco es aconsejable utilizar mucha agua al cocer las mismas, pues habrá mayor pérdida de vitaminas y lo que aconsejamos es utilizar luego este agua de cocción para hacer sopas y caldos, pues en ocasiones es más rica en nutrientes que los propios vegetales cocidos.
En resumen, podemos decir que en las frutas y verduras comidas íntegramente; encontraremos las mejores vitaminas y en cantidades proporcionales a las necesidades de nuestro organismo. Es un hecho evidente que los vegetales son los principales productores de vitaminas; y que el laboratorio nunca podrá igualar al producto natural, porque aunque lo sintetice, pierde la proporción adecuada a la salud y a la vida.
Los recientes movimientos ecologistas no politizados tienden a las corrientes de naturalismo y se habla de un floreciente mercado de productos cultivados de forma natural —sin abonos—, se cuenta con una poderosa farmacopea naturista, con médicos que eligen las vías de la naturalidad y huyen de tratamientos agresivos, lo que podría indicar a un observador avispado que la sociedad ha comenzado una recuperación de las viejas costumbres alimentarias.
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