Saltar al contenido

Cómo comer con moderación

Tres consejos para comer con moderación:

Cómo comer con moderación

Nunca termine todo lo que se ha servido, y nunca repita ningún plato.

La misma madre, tía o abuela que insistía en que termináramos el plato de verduras porque nos eran muy convenientes, insistía también en que dejáramos el plato totalmente limpio. No hacerlo así era un gesto de descortesía o un derroche de comida. Los negritos pasaban hambre. O los chinos. O los niños de cualquier sitio.

Así, comíamos para complacer a la mujer que supervisaba nuestra alimentación infantil, y comíamos para mostrarnos educados, y comíamos porque teníamos la fortuna de poder llenar el plato, y comíamos para llegar a ser altos y fuertes, y finalmente comíamos todo lo que había en cualquier plato simplemente porque así lo habíamos venido haciendo durante veinte o treinta años.

El concepto de dejar siempre una parte de cada plato sin comer es importante, pues, no por las calorías que dejamos de ingerir, sino porque esta porción no ingerida es una muestra tangible de nuestra voluntad de conseguir el éxito en nuestro deseo de adelgazar. Nos recuerda, al final de cada comida, las consecuencias de la sobrealimentación y los beneficios de la moderación.

Coma todas las cosas, incluso la más pequeña, en un plato.

Las calorías cuentan, y las que no se cuentan son habitualmente las que se consumen entre comidas, por casualidad, por el camino. La manera más insidiosa de engordar sin darse cuenta consiste en picar cualquier bocado —una avellana, una patata frita, una galletita, un caramelo—, sacándolos de su recipiente uno a uno.

De este modo, una caja entera de galletas o de bombones desaparece en una sola tarde, lo que en ocasiones constituye una cantidad que haría palidecer al presunto candidato al adelgazamiento si se juntara todo en un solo plato.

Sírvase platos y porciones no al estilo familiar.

Es otro modo de decir: sírvase sólo lo que quiera, y consuma sólo lo que se sirva. Las repeticiones son mucho más sencillas de resistir si la cazuela o la fuente no está precisamente ante su mirada, y los elementos para sazonar los platos resultan mucho más fáciles de controlar si usted sólo se sirve de los propios.