Muchas personas creen que el arte de cocinar sin grasas es relativamente fácil de practicar en casa, donde se tiene el propio control sobre los alimentos. Sin embargo, cuando estas personas salen de su saludable entorno hogareño, las cosas cambian de forma dramática.
Por cuestiones laborales o de relaciones sociales, han de acudir a un fast-food, desayunar junto al centro de trabajo, acudir a eventos sociales o fiestas. Por lo que parece que el objetivo de comer sin grasas es prácticamente inalcanzable.
Sin embargo, aunque se coma en un restaurante mexicano o en una trattoria italiana, existen numerosas opciones, pobres en grasas, que permiten disfrutar de una comida saludable.
Antes de ir al restaurante
- No vaya al restaurante sumamente hambriento. Tome un pequeño tentempié una o dos horas antes de ir a comer. Con menos apetito, tendrá un mayor control cuando pida los platos.
- Llame por teléfono para preguntar sobre la composición del menú o sobre la posible existencia de un menú vegetariano, o bien observe la carta ubicada en el exterior del establecimiento. Pregunte si es posible elaborar los platos de otras maneras, por ejemplo, a la parrilla en lugar de cocinado con mantequilla.
Dentro del restaurante
- Si debe esperar en la barra del bar para conseguir una mesa, pida agua mineral, zumo de tomate o jugo de hortalizas.
- Pregunte sobre la cantidad de las raciones que se sirven y el método de cocción empleado para no llevarse sorpresas cuando lleguen los platos.
- Procure ser el primero en pedir los platos para que las peticiones de otros no lo “tienten” a usted.
- Pida que las salsas y aderezos se los sirvan a un lado para que pueda controlar la cantidad que ingerirá.
- Busque en el menú los platos que sean hervidos, asados a la parrilla, a la brasa, a la papillote, salteados o servidos “en su propio jugo”.
- Sea creativo cuando pida los platos. Considere la posibilidad de pedir un plato a la carta, junto con una sopa o ensalada, en lugar de un menú completo.
- Evite del menú los platos marinados en aceite, fritos o servidos con cremas, queso o salsas a base de mantequilla. Evite también los platos descritos como “crujientes”, “cremosos”, “al gratén”, “batidos” o “empanados”, ya que normalmente indican la presencia de componentes ricos en grasas.
- Si las raciones son grandes, piense en pedir un entrante como primer plato o llevarse la mitad a casa.
- Opte únicamente por una grasa en cada comida. Por ejemplo, no acompañe el pollo con guacamole y con otra crema grasa a la vez.
- Cuando ya se sienta saciado, ponga la servilleta en el plato. Con ello indicará al camarero que ya puede retirar el plato, por lo que prevendrá cualquier deseo inconsciente de picar los restos del plato.