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Las consecuencias de la obesidad

En la actualidad, una de las mayores preocupaciones de los profesionales de la salud es el incremento de la obesidad. En los últimos años diversas investigaciones han mostrado que el exceso de peso es un factor de riesgo tanto para desencadenar otras enfermedades como, posiblemente, para elevar las tasas de mortalidad.

Así, por ejemplo, Mayer (1968) señala que las personas que tienen sobrepeso son más susceptibles de contraer mayor número de enfermedades que las personas con normopeso, y la dieta ha sido relacionada con frecuencia con seis de las diez causas principales que provocan la muerte en los Estados Unidos: enfermedades coronarias, infarto de miocardio, diabetes, arteriosclerosis y cirrosis (McGovern, 1976).

La obesidad es muy mala para la salud

Los riesgos para la salud que conlleva la obesidad son serios

Estudios realizados en este sentido han mostrado una estrecha relación entre obesidad e hipertensión, hiperlipidemia, intolerancia a los carbohidratos, diabetes mellitus, trastornos pulmonares y renales, riesgos ante intervenciones quirúrgicas, problemas con la anestesia, complicaciones durante el embarazo, así como frecuentes problemas en las articulaciones: artritis, dolor de espalda, dificultades en las caderas, rodillas y tobillos (Bray, 1976; Dawber, 1980; Jeffrey y Katz, 1977; Kannel y Gordon, 1979; Van Itallie, 1979).

El riesgo último de la obesidad para la salud es la muerte. A pesar de lo difícil que resulta estimar cuántas personas fallecen como consecuencia de su sobrepeso dado que, por lo general, las estadísticas recogen la causa última de la muerte (por ejemplo, infarto de miocardio) y apenas se presta atención a la incidencia del sobrepeso, Walen, Hauserman y Lavin (1977).

Han estimado que las tasas de mortalidad para los individuos obesos son aproximadamente el 50% superior a las de los sujetos con peso normal, y Armstrong (1951) encontró que el índice de mortalidad era un 70 % superior en los hombres con un marcado sobrepeso y un 42 % más elevado para los hombres con exceso de peso moderado; para las mujeres, las tasas fueron del 61 % y 42% , respectivamente.

A pesar de los datos aportados hasta el momento, la relación entre obesidad y salud no es tan clara como parece. En una reciente revisión realizada por Brownell (1982), se señala que la cuestión fundamentalmente debatida en este momento es si la obesidad incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares bien como un factor de riesgo independiente, o bien mediante la asociación con otros factores de riesgo tales como hipertensión, hiperlipidemia y diabetes.

Son muy serios los problemas que conlleva la obesidad

Nuevos estudios epidemiológicos muestran conclusiones confusas

Por ejemplo, Keys (1979, 1980) dirigió una investigación a lo largo de 10 años sobre una muestra de más de 12.000 hombres de siete países y no encontró relación entre el peso y el riesgo de enfermedades coronarias en las diferentes categorías de peso, exceptuando la gran obesidad y la extremada delgadez, categorías que incrementaban el riesgo.

Resultados semejantes fueron hallados en la Compañía de Gas de Chicago (Dyer, Stomler, Berkson y Lindberg, 1975). Kannel y Thom (1979) y Sorlie, Gordon y Kannel (1980) encontraron en el Framingham Study un riesgo bajo para los hombres que superaban un poco su peso medio (no ideal) y que el riesgo se incrementaba a medida que el peso aumentaba, sobre todo a partir del 20 % por encima del promedio.

Asimismo, el American Cáncer Society Study indica que existe una menor tasa de mortalidad en las personas cuyo peso está por debajo o próximo al 10% o 20% , pero que la mortalidad aumenta el 90 % en los individuos cuyo peso sobrepasa el 50% (Lew y Garfinkel, 1979). Éste y otros estudios (Drenick, Bale, Seltzer y Johnson, 1980; Van Itallie, 1979) señalan que la gran obesidad es peligrosa, pero no es tan evidente el riesgo para las personas que tienen menos del 30 % de sobrepeso.

Las preocupaciones sobre el incremento de la obesidad y su relación con problemas de salud se han centrado fundamentalmente en poblaciones adultas. Sin embargo, a medida que la investigación avanza en esta área, la atención empieza a dirigirse en la prevención de estos trastornos en bebés, niños y adolescentes.

Como señala Mallick (1983), los esfuerzos para prevenir y controlar la obesidad en estas edades se apoyan en dos supuestos básicos: 1) la obesidad infantil generalmente conduce a la obesidad en la edad adulta (los jóvenes obesos tienen mayores riesgos de problemas de salud cuando sean mayores); y 2) los procedimientos de control de peso en niños son inocuos, excepto en aquellos casos que producen algunos efectos colaterales leves.

A pesar de ello, Mallick (1983) indica que la mayoría de los trabajos realizados en este sentido presentan problemas metodológicos importantes que conducen a invalidar la hipótesis de que la obesidad es un factor de riesgo importante en esta edad del desarrollo, al mismo tiempo que señala que los programas de control de peso en niños y adolescentes pueden causar una gran variedad de problemas de salud entre los que se incluyen retraso en el crecimiento, en el desarrollo, en el funcionamiento mental y en la capacidad reproductiva.

Todos los datos hasta aquí presentados nos inducen a pensar en la necesidad de continuar investigando los efectos que a corto y a largo plazo tienen tanto el sobrepeso como los programas de reducción de peso en los niños y adolescentes, así como en los adultos, aunque parece bien comprobado que la reducción de peso en adultos está asociada con cambios en factores importantes de riesgo como la reducción de colesterol (Brownell y Stun- kard, 1981; Thompson, Jeffery, Wing y Wood, 1979) o de la tensión sanguínea (Stunkard, Craighead y O’Brien, 1980; Tuck, So- wers, Dornfield, Kledzik y Maxwell, 1981).

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